El Principado ha aprobado una partida de 464.000 euros para ayudas a los emigrantes que viven al otro lado del “charco”. De esa cantidad, 375.000 van destinados a los que tienen problemas económicos; 49.000 para una escuela de asturianía de verano (gaita, tambor, etc.), y los 40.000 restantes para una fundación sanitaria de Venezuela. La mayor parte de esas ayudas van a ciudadanos argentinos, venezolanos, mexicanos o chilenos que son hijos o nietos de asturianos que emprendieron viaje hacia ultramar hace cuarenta, cincuenta, sesenta o setenta años. Personas que pagan sus impuestos en esos países; votan en Buenos Aires, Caracas, Ciudad de México o Santiago de Chile, para elegir diputados y alcaldes, y sueñan con ganar el Campeonato Mundial de Fútbol con los colores de sus banderas. Por residencia, trabajo y vivencias son americanos. Sin embargo, el Principado extiende magnánimo su ayuda, porque le preocupa que los nietos de asturianos tengan carencias. Antes de ser tan generoso con los descendientes de esta tierra, tocaba serlo con los propios asturianos, como esos demandantes del salario social que se pasan dos años sin cobrarlo, como denuncian las organizaciones no gubernamentales que trabajan con las personas en riesgo de exclusión. Con los datos en la mano, aseguran que ningún beneficiario del salario social está menos de 18 meses en la lista de espera. Estamos peor que hace un año. Y hace un año, peor que hace dos.
El Principado libera la ayuda de los 464.000 euros cuando faltan diez días para las elecciones europeas, en un momento en que se va a efectuar el voto emigrante. El sufragio de la emigración fue el elemento decisivo para hacer presidente a Javier Fernández. En la noche electoral del 25 de marzo de 2012, al hacerse el recuento de las papeletas depositadas por los asturianos, los socialistas estaban en la oposición. Luego llegaron las sacas de ultramar y el voto americano les devolvió al poder. Lo que ocurra en los comicios europeos es un ensayo de lo que pasará en las elecciones autonómicas y locales del próximo año. La masa de emigrantes con derecho a voto es similar al censo electoral de Avilés. Un grupo suficientemente numeroso como para decantar el ganador de las urnas. Gente ajena a la dura dieta fiscal que aplican los socialistas y al elevado nivel de paro. Viven en otro país, pero también tienen derecho a votar aquí. Sabrán devolver el favor al Gobierno.