La verdadera controversia entre Arias Cañete y Elena Valenciano empezó a la mañana siguiente del debate que mantuvieron ambos en televisión. El exministro se adentró en terreno resbaladizo al explicar que discutir en público con una mujer es muy complicado, porque en caso de mostrar superioridad puede interpretarse como un ejercicio de machismo. Con unas pocas palabras, sin decir ninguna procacidad, se convirtió en protagonista del fin de semana. Dudo que haya alguna otra manifestación que concite tanto comentario. Cayo Lara abominó de Arias Cañete, como también lo hizo Rosa Díez y Terricabras, portavoz de ERC. Elena Valenciano aprovechó la ocasión para prolongar la controversia de la víspera, y lanzó la siguiente sentencia: si ganan los populares pierden las mujeres. Como le parece que contar con todas las mujeres no es suficiente, agregó que también pierden los hombres que creen en las mujeres. Si ellas y ellos le hacen caso, saldrá de las urnas una mayoría absolutísima del PSOE. La candidata socialista desveló que el PP recurrió a todo tipo de trucos para que no tuviera lugar el debate en televisión. Por ser la cabeza de lista y número dos de su partido, Elena Valenciano maneja información que los demás desconocemos, así que puede que tenga datos que avalen su denuncia. Lo que sabemos los espectadores es que en el transcurso del debate los únicos trucos los puso en juego la representante socialista, haciendo continuos comentarios en voz alta cuando el turno de palabra correspondía a su oponente.
Arias Cañete cometió un error de principiante al poner epílogo al debate con un comentario de género, como se dice ahora. La corrección política funciona en nuestra sociedad con el mismo grado de consenso que antes lo hacían las reglas de educación: el que no la cumple queda excluido. Un candidato electoral debe saber que cualquier alusión al sexo o raza de sus contrincantes le puede acarrear dolorosas consecuencias. Aunque sea un discurso en abstracto, sin referencias personales.
La cuota de los agravios quedó completa con la cuenta de twitter de Mercedes Fernández, refiriéndose a Elena Valenciano, como “la telefonista de Ferraz”. La enorme mayoría de los políticos están en las redes sociales, pero son sus colaboradores los que las manejan. Me consta que a Cherines le encanta la comunicación y le hubiera gustado ser director de periódico, así que debe relevar al “listo” que metió la pata.