Ha empezado la carrera electoral dentro del PSOE, una vez que Susana Díaz, la persona que concitaba más apoyos entre los dirigentes, rehusó competir por la Secretaría General del partido. Hay siete afiliados que se han declarado aspirantes para liderar el PSOE, aunque hace falta contar con 10.000 avales para ser formalmente candidatos al puesto que ocupa Rubalcaba. Del grupo de pretendientes destacan Eduardo Madina y Pedro Sánchez. Madina tiene excelentes relaciones con el actual aparato del partido, así como con los expresidentes González y Zapatero, mientras que Pedro Sánchez tiene más sintonía con algunas federaciones territoriales, como la madrileña y la andaluza. Ambos aportan un profundo relevo generacional que traerá probablemente la llegada de otros jóvenes dirigentes a la dirección del PSOE. Volver a mantener en los principales puestos de responsabilidad a personajes que ya tuvieron su oportunidad y fracasaron es absurdo. El socialismo está muy debilitado por las derrotas electorales, al haber cosechado los peores resultados de toda la etapa democrática en el último ciclo de elecciones municipales, autonómicas, generales y europeas. Contar con sólo 110 diputados nacionales, 14 eurodiputados, o presidir únicamente dos comunidades autónomas, aleja al PSOE del papel que siempre tuvo como alternativa de gobierno.
Madina y Sánchez tienen las afinidades propias de ser hijos del mismo tiempo y contar con una experiencia parecida de trabajo en las instituciones. Ambos participan del mantra socialista de la España federal, cuando los nacionalistas que tratan de seducir piensan en diseños confederales o en la pura y dura separación del Estado. Ambos consideran que la sanidad y la educación no están suficientemente protegidas en el sistema jurídico español y quieren reforzarlas. Se diferencian por apoyos y por aspectos del discurso. Madina considera que España necesita un “shok de modernidad” y Sánchez declara que “trabaja por un profundo cambio en el PSOE, no en un shock traumático”. Madina ve con buenos ojos la celebración de una consulta al pueblo de Cataluña siempre que sea pactada, extremo que no respalda Pedro Sánchez. ¿Qué dirigente socialista español aplaudiría la consulta popular? Sin duda, Zapatero. Con esa estrategia de ir resueltamente al encuentro de los nacionalistas el PSOE perdió sus señas de identidad y defraudó a su electorado.