Mercedes Fernández ha relevado a Fernando Goñi de su responsabilidad parlamentaria de portavoz adjunto del grupo del PP en la Junta General del Principado, nombrando como sustituta a Emma Ramos. La presidenta del PP ha justificado el cese de Goñi con el argumento de que se avecinan tiempos electorales y el secretario general debe dedicar todo su tiempo a preparar al partido para la cita electoral. No me atrevo a decir tajantemente que la argumentación sea incierta, pero es poco creíble. Como Goñi sigue de diputado, no tendrá otro remedio que acudir al Parlamento con asiduidad. En el PP la carga de trabajo del portavoz adjunto es muy relativa, entre otras razones porque la voz del grupo en el Parlamento es casi siempre la de Cherines, así que las labores como secretario general no quedan mermadas por ser portavoz adjunto. Mercedes Fernández llegó a la Presidencia del PP en unas circunstancias inusuales y no tuvo tiempo de organizar un equipo propio, algo a lo que tiene derecho cualquier dirigente cuando se pone al frente de una organización. Joaquín Aréstegui y Fernando Goñi eran los dos principales colaboradores de Ovidio Sánchez, el primero lleva mucho tiempo circunscrito exclusivamente a los avatares de la organización avilesina, de la que es sumo hacedor, y a Fernando Goñi puede que le haya tocado el momento de ir alejándose del núcleo duro de Cherines, del que forma parte Emma Ramos.
Hasta aquí todo me parece normal. En todas las organizaciones políticas, empresariales, sindicales, culturales, deportivas y hasta benéficas ocurren procesos similares. La diferencia estriba en el momento que escoge Mercedes Fernández para ejecutar esa decisión, que viene definido por el carajal del PP de Gijón y la debilidad del partido en toda la región. La comisión gestora del PP gijonés ha fracasado, quedando desautorizada tras el intento de negociar los presupuestos del Ayuntamiento sin el concurso de los concejales. Cada día que pasa la situación es más anómala porque los estatutos del partido obligan a convocar un congreso que la dirección aplaza por miedo a perderlo. En esa tarea debería ayudar Goñi, como afiliado gijonés, pero no creo que esté en condiciones de hacerlo tras su cese como portavoz adjunto. La situación se puede resumir así: los cinco concejales enfrentados a Cherines, y ella sin un grupo de apoyo, suficientemente robusto, para dar la batalla de Gijón. Esto no pinta bien.