Alta participación y holgada victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE. El diputado madrileño es el nuevo secretario general. El triunfo tiene mucho mérito, porque Sánchez empezó la carrera electoral siendo un “outsider”, mientras que Madina era el candidato del aparato. Rubalcaba, Felipe González, Zapatero y, en nuestra región, los mandamases de la FSA y del Gobierno habían depositado su confianza en Madina. Sánchez jugaba el papel de Borrell, y como el ex dirigente catalán, logró ganarse el favor de las bases. En la victoria de Sánchez jugó un papel importante el voto de Andalucía, así que se adivina un nuevo eje de fuerza, Pedro Sánchez-Susana Díaz. Quizás sea esta circunstancia la que más le preocupa al viejo poder socialista. Cuando forme su equipo de dirección se verá más visible el tándem del nuevo poder.

Tras el triunfo de Sánchez quedan muchos interrogantes por despejar. El primero de todos tiene que ver las nuevas votaciones internas para dirimir quién será el candidato a presidente de Gobierno en las elecciones generales de finales de 2015. Lo más sensato hubiera sido no someter a la militancia a dos consultas consecutivas, con pocos meses de diferencia, sobre el liderazgo socialista. El dirigente que salga votado para confrontar con Rajoy en las urnas es tan líder para los socialistas como el secretario general. Es más, si Pedro Sánchez se presenta y sale derrotado puede dar ya su mandato por amortizado. Es absurdo pensar que una persona es la más válida para dirigir el partido y otra la más adecuada para estar al frente de la nación. El que puede lo más puede lo menos, así que el candidato a presidente de Gobierno será el líder, de facto, del PSOE. La bicefalia es una buena forma de coexistencia siempre y cuando no se enfrenten en las urnas las dos cabezas, porque tras el recuento de votos sólo habrá un dirigente con autoridad moral para sentirse líder de los socialistas. El embrollo responde a un diseño la Comisión Ejecutiva de Rubalcaba que aprobó un plan tan complejo y peligroso a los pocos días del triunfo de Podemos en las elecciones europeas. Los socialistas han quedado fascinados con la figura de Pablo Iglesias, e imitan las pautas organizativas del nuevo grupo político que capitanea. Otro aspecto a resolver es el papel que jugará Sánchez en el grupo parlamentario. No puede jugar un papel anónimo en los plenos, pero ponerlo de portavoz también encierra sus riesgos.