El primer obstáculo con que se encuentra Pedro Sánchez es la imposición de un calendario de partido que choca con la agenda electoral nacional. En las ciudades de más de veinte mil habitantes habrá, en otoño, elecciones primarias para elegir candidatos a alcalde. Por decisión de la Comisión Ejecutiva de Rubalcaba, en esas mismas fechas, tendrá lugar la convocatoria para votar candidato a la Presidencia de Gobierno. Volver a colocar a la militancia ante la disyuntiva de optar entre Sánchez y otro líder del partido (¿Carmen Chacón?), a los pocos meses de elegir secretario general, es absurdo. La mayoría de los dirigentes regionales ven con temor esa convocatoria, pero se trata de un compromiso alcanzado en el transcurso del debate entre Sánchez, Madina y Tapias. Además, no todos los líderes del PSOE comulgan con el criterio mayoritario, prueba de ello es que Javier Fernández recordó, tras la entrevista con Sánchez, que había una fecha fijada para elegir al candidato a la Presidencia de Gobierno. Un juego de compromisos e intereses difícil de desenredar.

Las primarias sirvieron para salir de la depresión colectiva en que se habían instalado los socialistas tras las elecciones europeas. Durante tres semanas se aireó una terna de personajes, siendo Sánchez el escogido. Repetir ese proceso en otoño no aporta nada. Se pierde tiempo, se gastan energías, sin obtener ningún beneficio en el caso de que gane Sánchez. Si gana cualquier otro, la organización queda dividida y la bicefalia convertirá en efímero el mandato de Sánchez. En ese supuesto, el ganador real de las primarias socialistas sería el PP. La propuesta de postergar las primarias para después de las elecciones autonómicas y municipales es la mejor opción, pero tiene el inconveniente de incumplir un compromiso asumido por el secretario general. Para conjugar el interés de la organización con la palabra dada, la solución puede llegar por una decisión del Comité Federal, que salga del congreso, aplazando las primarias nacionales para el 2015. No obstante, si dentro del máximo órgano del PSOE hay posturas enfrentadas, lo mejor es aceptar la engorrosa hoja de ruta diseñada entre Rubalcaba y Madina.

Sobre la problemática planteada sobrevuelan los planes de Susana Díaz, principal apoyo de Sánchez. Gran parte de las reticencias de los viejos oficialistas hacia Sánchez provienen de la alianza que tiene con la presidenta andaluza.