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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA RESACA DEL CONGRESO

Javier Fernández declaró que en el Congreso Federal del PSOE no se cumplieron las expectativas de la Federación Socialista Asturiana (FSA). Tres miembros de la FSA tendrán asiento en la Comisión Ejecutiva de Pedro Sánchez, uno de ellos será el presidente del Principado que pasa a ser miembro nato de la dirección del partido. Nunca hubo tantos asturianos en la alta dirección del PSOE. Hace veinticinco años, en la Ejecutiva de Felipe González sólo estaba José Ángel Fernández Villa.

Las declaraciones de Javier Fernández demuestran la desorientación con que llegaron al congreso los dirigentes de la FSA. En una reunión de casi mil delegados, difícilmente un grupo de cuarenta y cinco militantes puede imponer normas, formatos o pautas, hasta el punto de lanzar un órdago al flamante secretario general para retener la responsabilidad en un determinado órgano (la coordinación del Consejo de Política Federal), como si les fuese la vida en ello. Una rabieta impropia de unos dirigentes que se autotitulan expertos en congresos, que tendrá consecuencias negativas.

No había que tener muchos trienios de antigüedad en la materia para comprender que el objetivo de los socialistas asturianos debía ser el de superar tensiones y recelos con el nuevo eje de poder en el socialismo español: Pedro Sánchez-Susana Díaz. La FSA apostó por Madina, Asturias fue la comunidad autónoma donde tuvo menos apoyos Pedro Sánchez, y Javier Fernández fue el único dirigente autonómico, con Fernández Vara, que no respaldó a Susana Díaz tras anunciar Rubalcaba su retirada. Con esos antecedentes tocaba trocar las lanzas en cañas, pero no lo entendieron así.

MIEMBRO NATO
El ambiente era propicio para restañar heridas, ya que todo indicaba que Pedro Sánchez iba a hacer lo posible y lo imposible para formar una Comisión Ejecutiva de integración. Desde estas líneas pronosticamos que Javier Fernández acabaría formando parte de ese órgano, y pese a los desplantes, órdagos y resistencias, el presidente asturiano estará en la Ejecutiva, para lo que fue preciso que Sánchez creara un tinglado “ad hoc”, Consejo para la Transición Industrial y Energética, que encabezará Javier Fernández y así entrará como miembro nato a la Comisión Ejecutiva.

Las federaciones regionales miden su grado de satisfacción en los congresos por el número de miembros que incorporan a la Comisión Ejecutiva. Sin embargo, la FSA abordó el congreso con un extraño objetivo de mínimos: la plaza de coordinador del Consejo de Política Federal debería seguir en manos de Javier Fernández. En la propuesta había una subjetiva sobrevaloración del puesto, ya que en el consejo están todos los líderes autonómicos, así que Javier Fernández iba a formar parte del mismo, en cualquier caso; la coordinación formal puede recaer en uno u otro de los barones autonómicos, pero el verdadero coordinador será Pedro Sánchez.

En el Consejo de Política Federal se perfilará la alternativa ante el desafío catalanista y se discutirá sobre qué bases abordarán los socialistas la reforma del sistema de financiación autonómica, dos asuntos de gran envergadura que necesitan un moderador equidistante de las partes. Pensar que los innegables conocimientos de Javier Fernández en la materia, junto a cierto empaque de estadista con que adorna sus discursos, lo convierten en imprescindible para la tarea, es una quimera. Al final ocurrirá lo mismo que hasta ahora, los equilibrios territoriales pasarán por una entente básica entre andaluces y catalanes con el secretario general.

Haber convertido el mantenimiento de la coordinación del Consejo de Política Federal en “casus belli” fue un error estratégico de la FSA. Las declaraciones de Jesús Gutiérrez, criticando el proceder de Pedro Sánchez, sitúan a la federación asturiana en organización hostil hacia el nuevo poder socialista. Es lógico que Madina o Tapias confronten con el secretario general, porque han sido derrotados en las urnas y tratan de convertir sus fallidas candidaturas en facción organizada dentro del partido con derecho a un porcentaje de participación en los órganos de dirección. Un intento irreal que se pueden permitir los que no tienen nada que perder. No están en esa situación los socialistas asturianos.

INSULARIDAD
La desorientación y los errores de los dirigentes de la FSA en el congreso responden al complejo de insularidad de la política asturiana. El Pajares separa más que los Andes. La FSA lleva treinta años mandando en la región. Para los asturianos, el PSOE es “nuestro PNV”. Al pasar del pequeño teatro regional a la gran escena nacional, los dirigentes de la FSA creen que son igual de valorados, cuando apenas son conocidos. El socialismo asturiano no llega a ser el 5% del socialismo español. Sacan a relucir que Javier Fernández es el único que ganó las elecciones, mientras en Andalucía triunfó el PP, pero no se dan cuenta que puestos a ser ejemplares, para el discurso de Pedro Sánchez es mucho más modélico el Gobierno de izquierda de Susana Díaz, respaldada por IU, que la gran coalición, PSOE-PP, con la que gobierna Javier Fernández. Fruto de ese complejo de insularidad, llegaron al Congreso sin alianzas ni estrategias de recambio. Antes, en las grandes citas, la FSA podía tirar de épica y sacar a relucir el gran ejército sindical que tenía a sus espaldas: las gestas del socialismo asturiano. Ahora es un grupo movido por la inercia.

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por JUAN NEIRA

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