La mejora de la recaudación fiscal, en los primeros siete meses del año, ha dejado 100 millones más en las arcas del Principado, tomando como referencia el mismo periodo del año anterior. El descenso del paro y el repunte del consumo familiar han propiciado ese aumento. Los dos grandes impuestos de nuestro sistema tributario, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, y el Impuesto sobre el Valor Añadido, han conocido incrementos del 8,4% y el 7,5%, respectivamente.
La evolución de la recaudación va en sintonía con la marcha de la economía. En España, durante el segundo trimestre del año, la producción de bienes y servicios aumentó el 0,6%, dos décimas más que en el primer trimestre, debido al crecimiento del consumo de los hogares y también por la mejora de la inversión, lo que sirvió para amortiguar la preocupante bajada de las exportaciones. De mantenerse esta trayectoria, el crecimiento del PIB nacional al finalizar el año rondará el 1,5%, lo que será un magnífico dato tras haber retrocedido 3,2%, entre los dos ejercicios anteriores. Todas estas consideraciones son aplicables a Asturias, aunque en nuestro caso más acentuadas, ya que la pérdida de riqueza de nuestra región durante la crisis económica fue bastante mayor que en el conjunto de España.
Al contar con mayores ingresos se aminora la necesidad de recurrir a un mayor endeudamiento. El control del déficit público, objetivo prioritario de las administraciones españolas, es mucho más fácil de alcanzar cuando crece la recaudación. No obstante, estamos hablando de unas mejoras modestas, mientras hay partidas de gasto que crecen de manera continua, como los intereses de la deuda y varios capítulos del gasto social. Al prolongarse la crisis económica durante seis años, las administraciones son ricas en deudas y en demandas ciudadanas. Pese a los condicionantes expuestos la conclusión puede ser optimista, a no ser que reparemos en la coyuntura que atraviesan los principales países de la Unión Europea, con el retroceso de Italia, el estancamiento de Francia y la pequeña pérdida de Alemania. De no cambiar la tendencia de las principales economías en otoño, al declive de nuestro comercio exterior le acompañará el descenso del consumo, y a partir de ahí volveremos a imitar al cangrejo. Como Rajoy no contempla este escenario, dejémoslo simplemente apuntado, pero es más plausible que el choque con un meteorito de verano.