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Juan Neira

LARGO DE CAFE

CAUDILLISMO Y BIPARTIDISMO

PP y PSOE han frustrado la aprobación de la Ley del Presidente, al rechazar el único aspecto esencial de la norma, el sistema de votación en la sesión de investidura. Asturias es un territorio fascinante, porque además de tener el ratio más alto de espacios protegidos por extensión regional, de contar con el 10% de los recursos hídricos de España, y de tener la costa menos deteriorada del país, goza de un sistema político con toques mágicos e irracionales, que la hacen atractiva para novelistas y digna de estudio para el departamento de sociólogos y politólogos (perdón por el pleonasmo). Ni el jefe del Gobierno de España ni los respectivos presidentes autonómicos gozan del estatus del presidente del Principado que puede alcanzar el poder con el voto favorable de un solo diputado de la Cámara. A esta situación, entre ridícula y patética, se llega porque en la sesión de investidura está prohibido votar “no”. Los parlamentarios de Foro y del PP no pudieron oponerse a la investidura de Javier Fernández (IU y UPyD votaron afirmativamente), porque no lo permitía la norma establecida. Cuando un candidato aspira a gobernar la región, sólo se admite en la Junta General del Principado decir que sí o abstenerse. Si esto ocurriera en Venezuela o en Bolivia hablaríamos de caudillismo, pero como sucede en Asturias nos tenemos que conformar con bipartidismo.

Con la Ley del Presidente se aspiraba a implantar en la Junta un sistema homologable al que tienen el resto de parlamentos democráticos, dando libertad a los diputados de votar no. En estas estábamos cuando el PP presentó, oportunamente, una enmienda exhortando a mantener el modelo de investidura-mordaza que rige en la actualidad, y el PSOE se apresuró a apoyar la iniciativa popular. PP-PSOE, 27 escaños, mayoría absoluta contra los derechos democráticos, aunque sean tan elementales como devolver a los representantes del pueblo la posibilidad de rechazar a un candidato a presidir la región.

Se perpetúa la cacicada. Entre la división artificial del territorio en circunscripciones, que adultera la relación entre el número de votos y la adscripción de escaños, el sufragio de los falsos emigrantes (argentinos o mexicanos de hecho y derecho), y la investidura-mordaza, se crea tal distorsión entre la voluntad de los asturianos expresada en las urnas y el poder que nos gobierna, que pone en solfa la representatividad de nuestras instituciones.

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por JUAN NEIRA

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