En su visita a Asturias, Jorge Fernández Díaz abordó el asunto más candente de la actualidad: el ébola. El ministro del Interior afirmó que el Gobierno sería indigno si se hubiera negado a repatriar a los misioneros. Sorprende que haya personas que no lo vean así. Cuando se planteó el rescate del primer misionero se alzaron voces diciendo que el traslado le salía muy caro al Estado y pidieron que se le pasase la factura a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Hay que ser muy miserable para hablar con tanto distanciamiento sobre personas que entregan sus vidas por ayudar a los demás. La noticia de la enfermera infectada por ébola, primer caso en Europa, ha reabierto la polémica sobre lo que hay que hacer con los misioneros españoles contagiados en Sierra Leona. Dando muestras de un gran desparpajo, hay gente que propone tratarlos en el país donde viven y trabajan, porque así sería imposible que se extendiera el contagio por España. La primera respuesta a lo que llega de África, sea con balsa o con virus, consiste en cerrar las puertas. Total, como van a morir, que lo hagan allí y nosotros lo vemos por televisión. La solidaridad a través del plasma es mucho más segura. Como en la vida las diferencias se cuentan por matices, es curioso comprobar cómo los mismos que proponen dejar morir a los misioneros españoles a distancia, admiran cuando las fuerzas armadas de EEUU -o de Inglaterra o de Francia- ponen en acción arriesgadas y caras operaciones de rescate para librar a un soldado apresado por grupos terroristas o revolucionarios de cualquier país del tercer mundo. Mientras todo sucede allá lejos, aplaudimos, cuando nos puede afectar, protestamos. Me gustaría conocer la opinión de Pedro Sánchez.
Ante la amenaza de ébola la independencia catalana queda en segundo lugar. O quizás no. Una epidemia no entiende de fronteras ni de administraciones ni del derecho a decidir ni de lenguas vernáculas. Hay balanzas fiscales, pero no hay balanzas sanitarias. Al virus le traen al pairo los derechos históricos. Ante los posibles casos de contagio la Generalitat aplica los mismos protocolos que el resto de comunidades autónomas. Idéntica preocupación en Barcelona que en Huelva, en La Coruña que en Murcia. Unánime censura a Ana Mato. Hasta TV-3 concede una tregua cuando informa de la enfermera infectada. Tuvo que viajar el ébola miles de kilómetros para descubrir la unidad de España.