En el Registro de la Propiedad consta que José Ángel Fernández Villa tiene doce bienes inmuebles en Asturias, si bien en varios de ellos le corresponde una pequeña parte (20%) y ninguno de ellos tiene un gran valor. Cuando alguien se acoge a una amnistía fiscal es porque estuvo dispuesto a tener patrimonio en negro, así que no iba a incurrir en la insensatez de registrar a su nombre bienes muy por encima de sus ingresos oficiales. Cumplir con esa cautela no es una pauta privativa del ex secretario general del Soma, sino norma de conducta de todo aquel que puede percibir ingresos ocultos al fisco.
Un amigo mío, acendradamente escéptico, dice que sólo hay dos tipos de ciudadanos con respecto al fisco: los que pueden defraudar y los que no están en condiciones de hacerlo. Dicho de otra manera, las personas honradas están condenadas a serlo y los defraudadores son también personas honradas que en un momento determinado la vida les da la oportunidad saltarse las normas. Los millones de personas que despotrican estos días de Blesa, Rato y compañía habría que verlas con una tarjeta opaca en la cartera con licencia para gastar miles de euros al mes en lo que creyeran oportuno. Me temo que el resultado del experimento sería desmoralizador para la colectividad. De esta reflexión no se desprende una visión pasota de la vida, sino la urgente necesidad de reforzar los controles. Las democracias funcionan cuando las instituciones se rigen por la regla de la desconfianza: el Parlamento investiga al Gobierno y los jueces controlan a todos.
La cuestión está en decidir qué controles necesita la democracia española. La respuesta es simple: la prioridad está en los sectores incontrolados, que se esconden bajo el bosque societario, en mercados que trabajan con facturas ficticias (o sin ellas), y en políticos y sindicalistas. Sí, los políticos y los sindicalistas se han ganado a pulso la etiqueta de colectivos sospechosos. Por desgracia, Villa no es una excepción en el ejército de sindicalistas con mando. Ayer leía no sé dónde que Patxi López es el dirigente socialista con mayor patrimonio; sus bienes se reducen a 300.000 euros en cuentas bancarias y dos viviendas. ¿Alguien puede creer eso? En esta materia, el cinismo es norma generalizada. Intuyo que hay muchos políticos, de variados partidos, con millón y medio de patrimonio. La singularidad de Villa reside en picar oro sobre una pared de carbón.