El Principado denuncia un supuesto intento de la oposición de convertir el “caso Villa” en una causa general contra las cuencas mineras. Tras ese ampuloso enunciado se esconde el fastidio y la desazón por las peticiones de los grupos minoritarios: IU quiere investigar al Instituto del Carbón y UPyD solicita una auditoría sobre los fondos mineros. No creo que ese tipo de demandas supongan ningún agravio para el buen nombre de las cuencas mineras, aunque sí suponen una desviación sobre la doctrina de la Federación Socialista Asturiana que consiste en no mover un músculo, una vez que se expulsó de la organización al exsecretario general del Soma. Partido Socialista y Gobierno socialista no pueden pretender que toda la oposición y la sociedad asturiana se queden cruzadas de brazos esperando el informe de la Fiscalía Anticorrupción. La gente quiere saber y los partidos tienen la obligación de exigir que las instituciones den pasos para esclarecer la verdad. Una parte de los fondos mineros, como las cantidades destinadas a la formación, el dinero para las becas, algunas obras adjudicadas directamente sin pasar por el Principado, o los recursos que fueron a los ayuntamientos, pueden ser revisados sin que nadie se rasgue las vestiduras. Carece de sentido actuar duramente contra el militante socialista, José Ángel Fernández Villa, y maniatarse las manos para no mover papeles que conducen a la revisión de las actuaciones del líder minero.
La cúpula del PSOE está muy satisfecha con el veredicto de culpabilidad, pero no quiere que las instituciones asturianas se pongan a buscar los datos que llevan a la misma. Temen tirar del hilo, no vaya a ser que el ovillo contenga sorpresas. Si se cumpliese la hipótesis del colaborador necesario es probable que fuese alguien que estuviera afiliado a las organizaciones en que militaba Villa.
Sorprende el escaso sentido de la realidad que tienen los instalados en la política sobre el fenómeno de la corrupción. A cada mes que pasa, aumenta la conciencia social sobre los escándalos de la vida pública y ellos actúan como si todavía pudiesen controlar el vendaval de indignación. Saben que Podemos es, de facto, la tercera fuerza política en España gracias a su discurso “anticasta”, pero en vez de encabezar la política de regeneración continúan con sus prácticas de puertas cerradas y secretos de Estado. El PSOE no quiere que hablemos de Villa, pero va a ser que sí.