Los expertos prevén que el Principado terminará 2014 con un déficit público del 1,6%, cuando el techo puesto por el Ministerio de Hacienda para las comunidades autónomas es del 1%. La desviación del Gobierno asturiano se inscribe dentro de un incumplimiento generalizado –sólo Canarias y Navarra finalizarán el ejercicio dentro del margen concedido por Cristóbal Montoro-, que elevará el déficit autonómico al 1,8%, de media. Cualquiera que haya seguido este asunto con un mínimo de interés habrá podido anticipar el resultado de 2014, no en sus guarismos concretos, pero sí en la elevada desviación sobre el tope fijado: casi el doble. Veamos.
Desde que se inició el ajuste fiscal, en la famosa cumbre europea (mayo de 2010) donde los gerifaltes de la UE pusieron a Zapatero entre la espada y la pared, el déficit se ha ido recortando, pero sólo en 2013 se cumplió el objetivo. El año pasado el Estado tenía un techo de déficit global del 6,5% (sumando la Administración central, la Seguridad Social, las comunidades autónomas y los ayuntamientos) y cerró el ejercicio con el 6,3%. El Gobierno desplegó las velas como si hubiera ganado la guerra de los desequilibrios fiscales y desde el Ministerio de Hacienda se lanzó un mensaje irresponsable: se terminaron los recortes. Si el encargado de controlar la dieta da vía libre para atiborrarse de galletas, pasteles y bombones, la báscula registrará la correspondiente desviación sobre el peso. Decir a los gobiernos autonómicos que se olviden de la tijera de recortar es lo mismo que animarles a volver a gastar. La mejoría de 2013 se va a perder por culpa de los excesos de 2014. Una actuación frívola y gratuita que va a gravitar sobre las espaldas de los ciudadanos en los próximos años. Carece de sentido levantar la guardia cuando debemos caminar hacia el equilibrio presupuestario. En resumen, el exceso de déficit de 2014 es la consecuencia del discurso optimista del ministro Montoro.
En 2015 hay comicios (autonómicos y municipales) cuatro semanas antes de terminar el primer semestre, y finaliza el ejercicio con las elecciones generales. Un calendario que se da de bofetadas con la austeridad y el ahorro. Alcaldes, presidentes autonómicos y Gobierno central tirarán la casa por la ventana, porque primero son las elecciones, luego ya habrá tiempo de enderezar la economía. En 2016 llegarán las medidas drásticas del Gobierno salido de las urnas.