José Ángel Fernández Villa no va a acudir a la Cámara para ser interpelado por los grupos políticos. Pujol fue (al “Parlament”), pero Villa, no. No creo que el exhonorable tenga más redaños que el líder minero, la diferencia estriba en que a Pujol no le persiguen los suyos, mientras que al exsecretario general del Soma lo han degradado públicamente y su imagen está demasiado embarrada como para mantener un duelo dialéctico con los diputados. Para justificar la ausencia, la familia ha presentado el certificado médico donde consta que padece síndrome confusional, que de una u otra manera tenemos todos cuando estamos metidos en un lío gordo. IU y UPyD quieren saber hasta qué punto la enfermedad es invalidante, si la confusión es un estado permanente o un impedimento coyuntural. El PP, sin embargo, es mucho más comprensivo, y propone como fórmula para salir del embrollo que Villa declare por escrito. A lo mejor por esa vía se modera el síndrome, recupera la coherencia y tenemos una versión reelaborada de los 1,2 millones de euros que salieron de la cuenta de pérdidas y ganancias de Casa Hermógenes y fueron almacenados debajo de la cama. Declarar por escrito es un privilegio que degrada al Parlamento si lo concede.

Ante el afloramiento de múltiples casos de corrupción, Esther Fernández, fiscal superior de Asturias, señala que, “por fin se está levantado la liebre”. El ambiente ha cambiado, la indignación popular empuja, el inminente vuelco electoral convierte en vulnerables a las antaño vacas sagradas de la clase política, y la verdad se abre paso. Durante años, jueces y fiscales tuvieron una postura muy condescendiente con la corrupción de los representantes públicos. Era de mal gusto meter las narices en esos asuntos, porque se decía que era politizar la Justicia. Bajo ese manto protector hizo y deshizo Jordi Pujol lo que le vino en gana durante más de tres décadas. El panorama ha cambiado, estamos en plena catarsis. El caso Villa está en manos de la Fiscalía Anticorrupción. Ante los ojos de los fiscales, se levanta por una punta el paño que cubre los secretos inconfesables de la política asturiana. Todo está relacionado con todo, así que es preciso que la Fiscalía haga un trabajo concienzudo para que no volvamos a llamar corderos a los lobos. Declarar por escrito es lo que desean los villanos, desde militares golpistas hasta los campeones del pelotazo. El caso es no dar la cara.