Dura sesión parlamentaria en la Junta General del Principado. La forzada dimisión de Esther Díaz ha irritado a los socialistas que disparan contra la oposición. Se ven tan embriagadoramente retratados por las plumas de los cortesanos que no soportan las noticias de la prensa independiente. ¿Con lo fácil que era evitar hablar de Davelco, verdad? Una cosa es que la cúpula del Gobierno y del partido conozcan todos los tejemanejes de las empresas que contratan con la Administración, y sus correspondientes subcontratas, y otra muy distinta mostrar esa realidad al público. Resulta enternecedor oír a la consejera de Educación, Ana González, manifestar que no sabía que Cook era una empresa de catering de José Antonio Martínez, diputado de Foro. Si fuera socialista también le hubiera rescindido el contrato de mantenimiento con dos colegios. Que nadie lo dude. Con el mismo gesto inocente repartió el pasado año el aguinaldo navideño, dando 60.000 euros para gastar a unos centros escolares y dejando sin nada a otros. Todas las actuaciones de la consejera están presididas por la imparcialidad, la objetividad y el amor por los intereses generales.
Álvarez-Cascos y Javier Fernández tuvieron un duro intercambio dialéctico a cuenta de la anulación del contrato de la empresa Cook. Cascos acusó al Gobierno socialista de prevaricación por tomar resoluciones injustas a sabiendas, y tras relatar una larga lista de escándalos del PSOE dijo que el famoso listón de la ética socialista era el palo del gallinero. Para ahuyentar toda sombra de sospecha, Javier Fernández volvió a declarar que pueden investigar sus cuentas, y las de sus familiares, y no encontrarán nada. Dijo que no guarda cadáveres en el armario. En la anterior interpelación manifestó que no mete la mano en el fuego por nadie. ¿Por qué está tan a la defensiva el señor presidente? Al oírlo me viene a la memoria la inolvidable frase de Felipe González, “ni hay pruebas ni las habrá”. Qué obsesión.
Al referirse al presupuesto, Javier Fernández justificó la baja inversión por el elevado gasto social y por la necesidad de no sobrepasar el techo de déficit. No sacó a colación la verdadera causa, que no es otra que el mantenimiento del pesado aparato de la Administración autonómica que absorbe gran parte de los recursos. Entre tanta cuestión candente, Cherines le hizo una pregunta por la formación dual, como corresponde a todo socio leal de Gobierno.