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Juan Neira

LARGO DE CAFE

SUELDOS Y TENTACIONES DEL GOBIERNO

La presentación de la Ley de Transparencia ha servido para tomar conciencia del sinsentido de los sueldos de ministros, secretarios de Estado y altos cargos de la Administración. Hay disparates que se detectan al primer golpe de vista: Jorge Moragas, jefe de gabinete de Mariano Rajoy, gana el 44% más que el presidente del Gobierno. No se trata de un caso singular o de un error, porque hay 250 altos cargos que tienen un sueldo más alto que Rajoy. El sentido común indica que el presidente debería tener el salario más alto de todos, porque su puesto de trabajo lleva asociado un mayor nivel de responsabilidad, y por ser la tarea más compleja, más difícil, más decisoria. Eso es lo que dicta el sentido común, pero la Administración tiene leyes, reglamentos y costumbres que dicen lo contrario: Moragas es merecedor de una paga muy superior a la del presidente. Lo mismo sucede con la vicepresidenta del Gobierno, la todopoderosa Soraya Sáenz de Santamaría, con unos secretarios de Estado que ganan más de un tercio que ella. Si eso ocurre en los puestos más destacados, que no le va a pasar al humilde Cristóbal Montoro, que tiene entre sus colaboradores directos a la titular de una Subsecretaría que gana todos los años 42.000 euros más que él. La Administración es la única empresa de España en la que el subordinado gana más que el jefe.

Si se diera en cualquier empresa una estructura de sueldos tan demencial se producirían tres fenómenos perniciosos: los jefes estarían desmotivados, las jefaturas cambiarían de titular cada trimestre y los subordinados no aceptarían jamás ser ascendidos al puesto de mando. ¿Ocurre eso en el Gobierno? ¿Los ministros están tristes y apáticos? ¿Oyeron alguna vez hablar de algún ministro de Hacienda que ambicionase convertirse en subsecretario? ¿Saben de algún alto cargo que no se sintiese feliz promocionado a ministro? Es evidente que no. Los ministros propenden a la euforia, ansían eternizarse en los correspondientes ministerios y cualquiera de sus colaboradores aceptaría, sobre la marcha, ocupar el sillón del jefe.

Rajoy gana 78.000 euros brutos y la vicepresidenta, 74.000. En la práctica cobran sobre 55.000 euros. Estamos ante un sistema perverso, diseñado para que las principales gratificaciones del cargo estén ocultas fuera de la nómina. Con esos sueldos, una parte de la energía de los ministros se emplea en rechazar tentaciones. Y luego pasa lo que pasa.

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por JUAN NEIRA

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