El mensaje navideño del Jefe del Estado había causado mayor expectación en esta ocasión, al ser el primero que pronunciaba Felipe VI. Importaba apreciar las formas y el fondo, tomando como referencia los mensajes dirigidos a los españoles por don Juan Carlos de Borbón durante 38 años. El Rey enfatizó y gesticuló rozando en la sobreactuación, para marcar diferencias con la lectura monocorde de su padre. Rodeado de una puesta en escena de familia de clase media, don Felipe de Borbón no se refugió en eufemismos ni dio rodeos para evitar llamar a las cosas por su nombre: Cataluña, como problema. La intervención versó sobre otros dos grades asuntos, la corrupción y la crisis económica.
El monarca aludió a la necesidad de emprender una profunda regeneración de la vida colectiva, apostando por poner al día y actualizar el funcionamiento de la sociedad democrática. Una empresa que ya está en marcha, pese a las resistencias que toda operación de cambio despierta. El propio ascenso a la corona de Felipe VI es un ejemplo de voluntad decidida de regeneración y puesta al día de la institución monárquica. La corrupción se ha extendido por la vida pública española, hasta el punto de que es muy difícil encontrar instituciones que no tengan alguna mancha. Para enderezar el rumbo es preciso contar con normas más estrictas, que eviten cualquier tipo de tolerancia de la Administración con las prácticas corruptas y con los corruptos. En este apartado del discurso faltó una referencia concreta hacia su hermana, Cristina de Borbón, y su cuñado, Iñaki Undargarin. Hubiera bastado una alusión contundente para que nadie imagine que tras el interés por aplicar la llamada “doctrina Botín” está la sombra de la corona.
El Rey habló de los españoles que pasan por grandes dificultades por culpa de la crisis económica. El Jefe del Estado no puede entrar a valorar la política del Gobierno sobre la crisis, aunque sí constatar la mejora de la coyuntura económica a lo largo de este año. PP y PSOE juzgaron positivo el discurso, mientras que Podemos valida el diagnóstico, pero rechaza dar protagonismo al PP y al PSOE en la solución de los problemas.
En cinco meses de reinado, don Felipe de Borbón ha logrado una mejora espectacular de la corona en las encuestas. En consonancia con ese hecho, el Rey ha optado por una intervención reformista, moderada, sin gestos iconoclastas que acarrearían más riesgos que ventajas.