A la increíble peripecia parlamentaria de la Ley de Buen Gobierno e Incompatibilidades de Altos Cargos, que merece comentario aparte, suma el PP otro tipo de iniciativas para regenerar la vida de las instituciones. Matías Rodríguez Feito ha expuesto algunas de ellas, empezando por la medida estrella: el presidente del Principado y los consejeros no tendrán sueldo fijo, cobrarán por objetivos. Tengo que reconocer que me impresionó profundamente la propuesta. Para empezar no hay ningún gobierno en el mundo que cobre por objetivos, un hecho que no desanimó al PP para escoger a Asturias como laboratorio de prueba para analizar el efecto que supone dejar a los consejeros con salario variable. No entiendo por qué no le vendió Cherines la idea a las once comunidades gobernadas por su partido. A la sorpresa inicial se sumó el impacto que me produjo la explicación de Rodríguez Feito, que para no perderse en farragosas abstracciones tiró de ejemplo diciendo que el primer objetivo es el empleo, y como las cosas no van bien en esa materia el consejero del ramo, Graciano Torre, debería percibirlo en su cartera. También podría poner otros ejemplos: ¿qué paga debería tener Dolores de Cospedal que gobierna una comunidad autónoma donde hay un 28,5% de desempleo según la última Encuesta de Población Activa? No hace falta ir tan lejos, entre nosotros habría casos dramáticos, como el de Belén Fernández que la imagino merodeando los contenedores de Cogersa, o el de Faustino Blanco apuntándose a la larga cola del salario social. Si se hubiera extendido ese baremo también Mariano Rajoy habría pasado mucha hambre en La Moncloa.

Más medidas. Rodríguez Feito propone que el curso parlamentario dure once meses. Puede resultar excesivo si nos fijamos en el calendario laboral de otras cámaras, pero prefiero que se implante la línea dura al actual relajo. Rodríguez Feito también pregona la supresión de todos los aforamientos. Esta medida la copió directamente de Rosa Díez; cansada de guerrear con los nacionalistas la lideresa se ha volcado en dos asuntos: Bankia y los aforamientos. Sí, se pueden suprimir todos los aforamientos y no pasaría nada. Ahora bien, reformar el Estatuto de Autonomía para introducir el curso parlamentario de 11 meses y el “desaforamiento” de los aforados, es la propuesta de reforma estatutaria más original que se ha visto en España. Me queda la duda de saber si todo esto iba en serio.