Faltan cuatro meses para las elecciones autonómicas que convulsionarán el Parlamento. La entrada de Podemos y la posible incorporación de Ciudadanos dibujará una Junta General del Principado muy distinta a la que había hasta el final de los mandatos de Álvarez Areces. En 2011, con la irrupción de Foro, y en 2012, con la inclusión de UPyD, se rompió el tradicional triángulo asturiano que aseguraba la mayoría para la izquierda (PSOE e IU) dejando al PP el monopolio de la oposición. El Gobierno de los mismos frente a un acomodado PP, primero capitaneado por Isidro Fernández Rozada y luego por Ovidio Sánchez: la derecha mojada por el Nalón.
Vamos hacia un Parlamento fragmentado, dominado por los vetos de la oposición. Tiempo tendremos de hablar de ello, pero junto a la incorporación de siglas y la mudanza de personal es preciso decir que hay realidades improrrogables. Prácticas caducas que no deben durar ni un día más y ejercicios de poder inasumibles. No se trata sólo de cambiar al equipo de gobierno -aunque es ya una necesidad-, sino de hacer un punto y aparte tras constatar que tenemos una Administración que parasita a la sociedad, y envicia a la región.
LOS ÚLTIMOS
El punto de partida de la reflexión es el inexplicable último puesto que ocupamos en el pelotón autonómico. En los últimos treinta años somos la región que menos crecimiento económico tuvo, aunque probablemente seamos la que más ayudas recibió por habitante. Como tenemos asentadas en nuestro territorio a empresas que son líderes nacionales (o mundiales) en acero, zinc, aluminio, industria química, bienes de equipo, transporte de viajeros, o cuando menos ocupan un lugar destacado en la producción láctea, papelera, cementera, etcétera, resulta inexplicable que Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura o Las Canarias hayan progresado más que nosotros.
Si a eso añadimos que tenemos un puerto (El Musel) que es líder en graneles sólidos y que contamos con la Universidad de Oviedo, con su reciente sello de excelencia (entre públicas y privadas hay cerca de 80 universidades en España, más de la mitad de ellas están a años luz de nuestra alma mater), tenemos que pensar que el cacareado autogobierno actúa como freno para el desarrollo.
En efecto, la elevada cesta de impuestos asturiana, la lenta tramitación administrativa, la pesada armadura del sector público, la sectaria forma de aplicar las menguadas inversiones, el control político de la sociedad, el dirigismo cultural y el gusto por fomentar el localismo, nos llevan al último puesto de la fila. Esa cadena de anomalías ha traído una clase dirigente abúlica, exclusivamente preocupada por su propio mantenimiento, y convencida de poder operar sin controles.
Vamos a ver ejemplos recién salidos del horno de la actualidad: leídos en El COMERCIO esta semana.
PRINCIPADO
El Gobierno de Javier Fernández dejó para el último tramo del mandato sus dos joyas legislativas, la Ley de Buen Gobierno e Incompatibilidad de Altos Cargos y la Ley de Transparencia. Envió los proyectos a la Junta General del Principado provocando la consternación de los letrados de la Cámara y los partidos de la oposición, por sus faltas de ortografía y tortuosa sintaxis, por el copia y pega aplicado de textos de otras leyes y por la insustancialidad de su articulado.
El letrado mayor tuvo que rehacer el proyecto hasta dejarlo irreconocible; los grupos de la oposición le van a enviar las enmiendas al alto funcionario, y este las incorporará al expediente si hay una mayoría amplia que las apoya. El informe técnico del letrado se ha convertido en la columna dorsal de la norma.
En la Ley de Transparencia el proyecto es igual de defectuoso y será reparado por el mismo método. Algo así no había sucedido nunca en 32 años de mandatos autonómicos. Hay que sentirse muy blindado para actuar con tamaña irresponsabilidad. Y eso que es un gobierno en minoría parlamentaria.
Otra más. Pese a la fama de región subvencionada, el Principado es una de las dos comunidades autónomas (la otra es Navarra) que ha renunciado a participar en un programa europeo (“Iniciativa Pyme”) que aportará 3.200 millones de euros para la pequeña y mediana empresa. Se van a beneficiar 32.000 empresas con problemas de liquidez, pero ninguna será asturiana. Explicación del Principado: ya contamos con instrumentos suficientes para facilitar crédito a las pymes. ¡Toma ya!
OPOSICIÓN
Turno para la oposición. Matías Rodríguez Feito propone para regenerar las instituciones democráticas que los miembros del Gobierno dejen de tener sueldo fijo y que cobren por objetivos. Propuesta estrambótica del PP que no tiene equivalente en democracias ni en dictaduras y que iguala al presidente y a los consejeros con agentes de ventas. Esta novedad llega después de haber pasado un tercio de la legislatura discutiendo sobre el sueldo de los diputados, con kilometraje incluido.
Por último, la noticia del mes: Villa cobraba mensualmente dinero de Hunosa destinado al Soma que nunca llegó al Sindicato Minero. Por ese conducto pudo recibir 500.000 euros. Definitivo: Necesitamos unas urnas con forma de aspiradora.