A la patronal asturiana no le gustan los presupuestos del Estado para el próximo año. No hace falta ser empresario ni vivir en esta tierra para contemplar con ojos críticos las cuentas confeccionadas por Cristóbal Montoro. Las encuestas sobre intención de voto para las elecciones generales muestran un panorama complicado y Mariano Rajoy sucumbió a la tentación de usar la masa de recursos en manos del Ministerio de Hacienda para captar voluntades. El incremento de sueldo a los funcionarios, tratándolos como si fuesen los grandes damnificados de la crisis económica, muestra hasta qué punto el Gobierno cayó en la impostura. En vez de abordar los problemas (investigación científica, déficit público, competencia en los servicios, carestía de la energía) los presupuestos están presididos por la idea de “ayudar a la gente”. Una forma de apoyo muy especial que consiste en pan para hoy y hambre para mañana. Las diferencias entre el PP y Podemos disminuyen según se acercan las elecciones. Los dos grupos buscan que Jonathan, Daniela, Iker y Carla voten a su partido, y para eso Rajoy tiene un instrumento poderoso en sus manos: el Boletín Oficial del Estado. Hasta la gente del cine ve aumentada su partida en el 15%, por si acaso hay algún despistado en el gremio que se anime a votar a la derecha.
La Fade critica que el gasto social crezca cerca del 4% y los recursos destinados a reactivación económica y creación de empleo bajen el 6,6%. Destinar dinero a construir carreteras fideliza menos el voto que meterle al ciudadano dinero en el bolsillo en forma de subvenciones. En realidad, el gasto social aumenta por encima del 4%, porque las transferencias a las comunidades autónomas aumentan el 9%, y una parte importante de ese dinero va a engordar el gasto en sanidad, educación y servicios sociales de los gobiernos regionales. Toca repartir para ganar el derecho a gobernar otro mandato sin reparar en los daños colaterales.
El primer perjudicado es la inversión productiva. Un fenómeno que ya se dio el año pasado en las cuentas del Principado, que de tanto hablar de servicios públicos abrieron un boquete tremendo en las partidas de inversión. El PP asturiano dice que en Asturias la inversión baja porque ya se acabaron las obras públicas. En efecto, estamos cansados de viajar en Ave de Gijón a Madrid o de desplazarnos en media hora de Oviedo a La Espina. ¿Cómo se puede hablar de obras finalizadas, consignando una cantidad ínfima para los accesos de El Musel? Los presupuestos no miran los intereses generales, les basta echar el anzuelo a Jonathan, Daniela, Iker y Carla.