La Agencia Tributaria ha dado a conocer los datos de recaudación fiscal correspondientes al primer semestre del año. Fruto del crecimiento económico en la gran mayoría de las comunidades autónomas aumentan los ingresos de Hacienda; la tónica general registra cuatro excepciones: Canarias, País Vasco, Asturias y Galicia. En nuestra región la curva de ingresos va hacia abajo; entre enero y junio de 2014 se recaudó más que en idéntico periodo del presente año. Desde Mariano Rajoy hasta cualquier ciudadano anónimo coinciden en decir que las cosas mejoran, que se venden en España el 25% más de coches que el pasado año, que el empleo crece como no se conocía desde los años del boom económico, que el incremento del PIB supera el 3%, y resulta que los datos de Hacienda recogen en Asturias un retroceso en la recaudación del 4,3%, mientras que en España aumentan los ingresos en el 3,3%. Allí suben, aquí bajan. Hay una diferencia entre la media española y Asturias de 7,6 puntos. Para financiar servicios públicos, para incentivar la economía, para invertir, para dar subvenciones o para pagar las facturas de los proveedores, hay 42 millones de euros menos que hace un año. Esa es la realidad, los números no mienten.
Lo verdaderamente chocante es que tenemos unos representantes públicos que en su mayoría se encogen de hombros ante datos como estos. Les da igual. Si el tributo sobre el valor añadido, si las entradas por IRPF, si la venta de gasolina, tabaco y alcohol se mantienen estancados o retroceden, no importa, ya mejorarán. El día que aumente la recaudación fiscal en Asturias se lanzarán las campanas al vuelo, sin reparar que en otros territorios, tal vez, crezca más que en nuestra tierra, de modo que la diferencia entre ellos y nosotros seguirá aumentando. Idénticos argumentos hemos utilizado para comentar la evolución del PIB, del empleo, del gasto corriente, de la inversión pública. Casi toda España por delante y Asturias a la cola. No es fácil de explicar una trayectoria tan negativa, pero lo verdaderamente admirable es que el grueso de la clase política jamás se interrogue sobre un asunto tan importante para los intereses generales de la región.
Aquí, unos y otros están entregados a diseñar el rescate ciudadano. El Gobierno entero volcado en cuatro o cinco programas de gasto que bien podrían concentrarse en una sola dirección general. ¿Cuándo se abordan los graves problemas que arrastramos?