Rajoy aspira a cambiar el ambiente negativo que rodea a su partido con el abrazo de los principales dirigentes del Partido Popular Europeo que vendrán a España. La foto de familia con Merkel, Juncker y demás líderes del centro-derecha de la UE aportará solidez al proyecto de Rajoy, lastrado por las trifulcas internas. El PP no puede pensar en alianzas para gobernar, porque es muy improbable que Ciudadanos vote la investidura de Rajoy, mientras que su gran rival, Pedro Sánchez, tiene abierta la vía para la entente con Pablo Iglesias, y una excelente relación con el PNV (gracias al PSOE, los nacionalistas tienen más poder institucional que nunca en la comunidad autónoma vasca); por si todo esto fuera poco, Albert Rivera se considera equidistante de los grandes partidos. Conclusión: para volver a ser investido como presidente, Rajoy sólo podrá apoyarse en los diputados de su partido. Cualquier otro escenario sería una sorpresa.
La situación preelectoral de Pedro Sánchez es más confortable que la de Rajoy, porque la disciplina interna en el PSOE es muy superior a la del PP. Ante las dificultades, la derecha española tiende a montar el pollo interno, a conspirar contra el jefe del partido, algo que nunca le ocurre a los socialistas, que tragan carros y carretas antes de enfrentarse al macho alfa de la tribu. El fichaje de Irene Lozano, destacada ex dirigente de UPyD, causó estupefacción entre los líderes del PSOE, pero nadie levantó la voz en el Comité Federal para afearle a Pedro Sánchez que haya incluido a Lozano en un puesto destacado de la candidatura de Madrid sin consultarlo con la dirección del partido. Pedro Sánchez presume de organización abierta hacia los independientes, pero ese discurso no vale para justificar el fichaje de una diputada que atacó sin piedad a los socialistas, calificándolos de corruptos. Mal por Pedro Sánchez y mal por parte de Irene Lozano, porque hay que tener la gallardía de saber marcharse para casa sin aceptar entrar a formar parte de un club que criticó con dureza. Espero que tenga una experiencia semejante a la de Baltasar Garzón, cuando aceptó ser el número dos en la candidatura de Felipe González, después de haber compuesto aquel famoso organigrama del GAL, donde aparecía una inquietante “equis” en la cúspide, que más de uno relacionó con el entonces presidente del Gobierno. Faltan dos meses para los comicios y la lucha entre Rajoy y Sánchez no conoce tregua.