El programa electoral del PSOE -que al igual que el del resto de los partidos vamos conociendo con cuentagotas para prolongar la atención del público- responde a la forma de entender la política de Pedro Sánchez: el oportunismo. Las medidas conocidas tienen como denominador común la corrección política, que en España está identificada con las premisas “progres”. De ahí la propuesta de cambiar la Constitución para que en el artículo 16 no se mencione a la Iglesia Católica (el cambio obliga a contar con una mayoría parlamentaria reforzada y posterior celebración de un referéndum), de sacar la asignatura de Religión de los planes de estudio, de denunciar el concordato con la Santa Sede o de cobrar el IBI a los bienes de la Iglesia (¿por qué no pagan IBI los partidos políticos y los sindicatos por sus bienes?). En otros terrenos tan diversos, como el tratamiento de la prostitución o los impuestos, las recetas socialistas también siguen la senda del pensamiento “progre”. En este último asunto, el PSOE propone una serie de tributos que arrebatan a los verdes la bandera ecologista. Va a haber impuestos sobre las emisiones de CO2, sobre las emisiones de óxidos nitrosos, sobre las emisiones de los vehículos de motor, sobre residuos industriales peligrosos o tóxicos, sobre residuos de envases, embalajes y bolsas, y se cambiarán los tributos sobre hidrocarburos, electricidad y el canon de vertidos para darles un carácter nítidamente medioambiental. Toda una batería de medidas que busca conectar con las buenas conciencias, sin pensar en los efectos económicos que producirá.
A Pedro Sánchez, como todo buen progresista, le parece que tenemos una presión fiscal baja y que a España le iría mejor si el Estado succionara más dinero de operaciones económicas o actividades industriales para destinarlo luego al gasto corriente. El mismo líder que anticipó desde Langreo que su gobierno lucharía para que no se “deslocalizara la planta de Hunosa”, considera que gobernar es gravar. Con tal de que Pablo Iglesias no le quite ningún voto está dispuesto a gobernar con un programa tan demagógico como radical.
Gaspar Llamazares demandó al Gobierno regional la fiscalidad verde que ahora predica Pedro Sánchez. Javier Fernández no va a tener excusa para oponerse a la propuesta de IU. Las frivolidades de Pedro Sánchez las vamos a pagar los asturianos con un infierno fiscal que haga inhabitable el paraíso natural.