La propuesta de resolución parlamentaria negociada entre Juntos Por El Sí y la CUP supone el punto de no retorno en la relación entre Cataluña y España. El documento contiene un proceso exprés de independencia que dará pasos decisivos antes de un mes. En contra de lo que suele ser el gusto de los nacionalistas, la prosa del texto no es nada sonora, al contrario, resulta decididamente vulgar al hablar de la “desconexión” con España, como si estuvieran reordenando el espacio radioeléctrico, y con pago de peaje a la terminología de moda: el “empoderamiento”. Bajo esa apariencia, los dos grupos nacionalistas desarrollan un plan astuto que fía sus opciones de éxito a dos elementos: aprovecharse del periodo preelectoral, en el que es muy difícil un acuerdo entre los partidos españoles en vísperas de competir en las urnas, con el Parlamento reducido a la Diputación permanente (aunque tenga todas las competencias, políticamente es distinto que voten 350 diputados la suspensión de la autonomía a que lo hagan una veintena), y la utilización de la movilización en la calle, a la que aluden al referirse a “un proceso de desconexión democrática, masiva, sostenida y pacífica con el Estado Español, de tal manera que permita el empoderamiento de la ciudadanía a todos los niveles”. Más claro: las instituciones catalanas usarán escudos humanos para impedir detenciones, registros, etcétera. Ya lo hicieron cuando Mas compareció en el juzgado, hace unos días, rodeado de cientos de correligionarios.
Dos candidaturas que no obtuvieron el 48% de los votos en unas elecciones autonómicas, se consideran con suficiente representación y poder para separar a siete millones y medio de españoles del resto. No son capaces de votar juntos a un presidente, pero están dispuestos a cambiar el mapa de España. Es el mayor ataque realizado a la Constitución de 1978, apoyado en ensoñaciones ideológicas o emocionales, de espaldas a las leyes y a las urnas. Rajoy contestó con la lectura de un texto que repite sus anteriores intervenciones: los independentistas no lograrán sus objetivos y para ello no dudará en tomar las medidas que haga falta. También supimos que lo llamó Pedro Sánchez y que habló con Albert Rivera.
Todo eso está muy bien, pero como la resolución registrada por Juntos Por el Sí y la CUP sea aprobada por el Parlamento, hay que tomar medidas ejecutivas contra la sinrazón. El tiempo de los avisos está agotado.