Controversia entre los grupos parlamentarios por el calendario de la tramitación presupuestaria. IU le pidió al PSOE que el debate sobre las enmiendas al proyecto de cuentas regionales se celebre después de las elecciones generales. El PP y Podemos, por su parte, quieren que la decisión sobre el presupuesto se tome antes de pasar por las urnas. La Mesa de la Junta General del Principado, un órgano donde están representados todos los grupos parlamentarios, menos Foro, es el competente para fijar la fecha. Cada grupo tiene un voto, así que se adivina una mayoría de tres (PSOE-IU-Ciudadanos) contra dos (PP y Podemos) a favor de debatir las cuentas con los deberes electorales hechos. Esta es la razón por la que el Gobierno no va a registrar hasta la semana que viene el proyecto de presupuestos en el Parlamento.
La cuestión, en sí misma, es menor, ya que da igual aprobar o rechazar las cuentas unos días o después. Pero lo que hay detrás de esa inocente cuestión tiene una gran importancia. IU quiere ir a la campaña electoral con un discurso nítido de fuerza situada a la izquierda del PSOE (recuerden que Alberto Garzón, su candidato a presidente, tiene en su programa medidas tales como acabar con la enseñanza concertada o poner un techo máximo de 6.500 euros al mes para los sueldos), siendo harto inconveniente que coincidan el apoyo a las cuentas de Javier Fernández con los mítines clamando contra el bipartidismo. Las cosas deben seguir un orden: en la campaña electoral conviene mantener un discurso radical para que no haya fuga de sufragios hacia Podemos, y después de los comicios ya habrá tiempo de mostrar sentido de Estado dando un apoyo a las cuentas del PSOE. Los socialistas entienden a la perfección las necesidades de su socio, ya que coinciden con los suyas. A Ciudadanos también le interesa separar ambas cosas: manos libres para conquistar el voto, y darse un margen de diez días para jugar el papel de grupo bisagra, que les permita hacerse visibles en la Cámara. Los dos grupos más críticos con el presupuesto, PP y Podemos, están en la tesitura opuesta: juntar la descalificación a las cuentas con el discurso electoral.
Todo es muy normal. Nadie se puede llamar a engaño. Por eso no se entiende que Mercedes Fernández cargue contra la alianza de la izquierda, cuando va a elecciones con Foro, ni que Lastre critique la convergencia de PP y Podemos, cuando hace un año pactó las cuentas con Cherines.