Mitin socialista en Avilés, con Pedro Sánchez de principal reclamo para la nutrida concurrencia. Tres constataciones. El líder socialista sigue con su agotadora agenda. Este hombre no para desde que empezó a recorrer toda España visitando las agrupaciones socialistas para ganar las primarias a Eduardo Madina. El joven vasco contaba con todo el aparato socialista a su favor, mientras que Sánchez tenía como únicos aliados, a su caballo (un coche, modelo francés) y a Susana Díaz. La capacidad de lucha del líder socialista es incuestionable, pero seguimos esperando que le llegue el momento de decir algo inteligente al público. Segunda constatación. Tiene una habilidad especial para ser portavoz de tópicos. Los líderes nacionales cuando se desplazan a provincias desarrollan el discurso nacional aderezado de píldoras para la parroquia del lugar. Pedro Sánchez se atuvo al guión, y llegado el momento pagó peaje al tópico: prometió reindustrializar Avilés cuando sea presidente. Reindustrializar. Sobre esa palabra giraban los discursos de la clase política asturiana desde 1979 (inicio de la segunda crisis del petróleo) hasta el desastre del “petromocho.” La inventiva, la imaginación, la creatividad de Pedro Sánchez y sus asesores no dan para más. Puesto a concretar, añadió que da un apoyo explícito a ArcelorMittal. ¿Qué tipo de apoyo? ¿Unas palabras de ánimo? Una ayuda que, sin duda, agradecería la multinacional siderúrgica sería el abaratamiento del precio de la energía eléctrica. ¿Conoce esta problemática el candidato socialista a la Presidencia del Gobierno de España? Lo dudo.
Tercera constatación. De los discursos de Pedro Sánchez y Javier Fernández se desprende que el rival del PSOE en las urnas asturianas será la candidatura conjunta, PP-Foro. El político madrileño volvió a repetir su alusión al pacto de la Gürtel con Cascos, mientras que Javier Fernández dijo que el PP y Cascos nos engañaron. El Presidente del Principado habló del matonismo político e institucional de los dos partidos de derecha durante el anterior mandato. En ese tiempo, el PP negoció y aprobó unos créditos extraordinarios con el Gobierno socialista que ayudaron a superar los condicionantes de la prórroga presupuestaria. Al siguiente año, negoció y aprobó los presupuestos con el Ejecutivo del PSOE. De tres años, en dos, el PP rescató al Principado del aislamiento. Un mitin aleccionador.