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Juan Neira

LARGO DE CAFE

TRIBULACIONES DE EL MUSEL

El Musel aporta más del 11% del PIB asturiano. Un porcentaje de riqueza superior a la contribución del sector turístico. En un escenario hipotético sería una mayor pérdida para Asturias la desaparición del puerto de Gijón que la renuncia a todos los ingresos por turismo. Hago esta comparación elemental para subrayar la importancia de El Musel, su carácter de infraestructura clave para la vida regional, auténtico motor de la economía asturiana.
Entre 2012 y 2015, el puerto atravesó una mala etapa. No se ganó una sola línea de tráfico, se desaprovecharon oportunidades y se perdió la autopista del mar. El único mensaje de la Autoridad Portuaria consistía en decir que es necesario salir al extranjero para vender el puerto.
Tantos viajes se hicieron, con dudosas compañías, que los principales tráficos (automóviles, pizarra) de nuestra autopista del mar han ido a parar al puerto de Vigo. Una gestión sumamente autocomplaciente que se concretaba en comentarios simplistas en las reuniones del consejo de administración de la Autoridad Portuaria: “miro por la ventana y cuento, uno, dos, tres barcos, estamos bien”. Por no hablar de cuando los buques daban marcha atrás…
LOURIDO
Con todo lo anterior, el nombramiento de Laureano Lourido, como presidente del puerto, fue una bocanada de aire fresco. Veinticinco años trabajando en la dársena gijonesa, los tres últimos como director gerente de la terminal de graneles, daban, a priori, una excelente perspectiva sobre los problemas de El Musel y las soluciones que se deben aplicar.
En esas estábamos cuando nos enteramos de que en el último consejo de Administración de la Autoridad Portuaria, el presidente comunicó a los consejeros que el director general, Gonzalo Mallo Gómez, había renunciado al cargo. Mallo había sido nombrado cuarenta y tres días antes por el presidente del puerto, Laureano Lourido, con quien había trabajado estrechamente en la terminal de graneles, uno de director gerente y el otro de director de mantenimiento. La nota oficial hablaba de “razones personales”. Una nota informativa está mal orientada cuando añade misterio al hecho que trata de comunicar.
De puertas adentro las razones personales se convertían en razones de salud, explicadas de forma desgarrada. Un puerto con una problemática tan compleja (enorme endeudamiento, convenio de normalización financiera, procedimientos judiciales, pérdida de la autopista del mar) agobia a cualquiera.
EBHI
La sustitución de Gonzalo Mallo por José Luis Barettino, presentada por Laureano Lourido, empieza mal con el voto en contra de los representantes de Puertos del Estado. La situación no está para guerras internas y hace falta consensuar las decisiones.
Tampoco es momento para replantearse la privatización de la terminal de graneles (EBHI), cuando la ley de Puertos, consensuada por PSOE y PP, abría ya la puerta a la venta de acciones en las terminales donde el sector público tuviera una posición dominante. Y el pasado 30 de abril, el consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Gijón aprobó por unanimidad las condiciones de la privatización.
Es un poco tarde para venir ahora diciendo que va a ser un desastre, que la privatización desestabilizará las relaciones internas del Puerto, etcétera. Y como remate, sugerir que en vez de vender las acciones de la terminal por 40 millones de euros, es mejor pedir un crédito a un gran banco.
¿Cuántos créditos pueden soportar los diques de El Musel? Después de los 250 millones del Banco Europeo de Inversiones y los 215 del ICO, no está como para pedir más créditos. En 2014, El Musel lideró el ranking de las pérdidas entre los puertos de interés estatal: 5,9 millones de resultado negativo. Peor que en los ejercicios de 2012 y 2013, cuando perdió 4,4 y 3,5 millones. ¿Está en condiciones la Autoridad Portuaria de rechazar la privatización cuando la aprobó hace seis meses por unanimidad? El apoyo sindical de última hora no va a ser suficiente para abrir hostilidades con el Ministerio de Fomento.
SASEMAR
Lo mismo sucede con la suspensión unilateral del convenio firmado con Sasemar sobre el control del tráfico marítimo en la dársena. No se tiene licencia para interrumpir los convenios porque la otra parte no conteste un correo electrónico. No se pueden perder las formas. Hay una comisión de seguimiento para tratar las diferencias, y no se reunió nunca. Los prácticos vuelven a llevar gratis el servicio, que es lo que querían, pero no va a ser fácil dejar de pagar los 250.000 euros convenidos a Sasemar. Por otra parte, quién mejor que los prácticos para criticar el trabajo de Sasemar.
Hay que gestionar con voluntad de llegar a acuerdos. Se necesita a Puertos del Estado para reabrir la autopista del mar y para renegociar el sistema de amortización de la ampliación portuaria. Hacienda ha emitido un informe favorable para ampliar el plazo de amortizaciones y para proceder de forma escalonada, de modo que las infraestructuras que todavía no se usan puedan quedar al margen de la amortización.
Y ser listos. Cuando desde Madrid te dicen: “si mantienes el servicio de Sasemar, votamos a Barettino”, tu cambias de guión y les das el okey.

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por JUAN NEIRA

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