Se inicia la campaña electoral en medio de una gran expectación. Las circunstancias políticas no se parecen en nada a los anteriores comicios (noviembre 2011), donde estaba claro que iba a ganar el PP y que el PSOE pasaría a la oposición. Tampoco guarda consonancia con lo sucedido en las elecciones de marzo de 2008, cuando Zapatero recogió la cosecha del ciclo de la abundancia, con superávit presupuestario (¡sí, superávit!) y el 8% de paro; en aquella ocasión entre el PSOE y el PP sumaron 323 escaños (el Congreso de los Diputados tiene 350 escaños). Esta vez será muy distinto, porque estamos en vísperas de un cambio profundo del mapa parlamentario, con varios grupos con decenas de diputados y sin que nadie se acerque a la mayoría absoluta. Estamos abocados a un tipo de gobernanza caracterizado por la permanente negociación y la ausencia de pantallas de plasma.
La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) da una clara victoria al PP, pero con dos características: en el supuesto más favorable queda a 47 escaños de la mayoría absoluta, y obtiene menos diputados que la suma de PSOE y Podemos. El principal eje de fuerza lo forman PP y Ciudadanos, aunque está por ver si se unirán. Del resto de grupos ninguno llega a los diez diputados. De producirse esa distribución de escaños, sería la primera vez que la derecha supera a la izquierda desde que empezó el año electoral, con urnas en marzo (Andalucía), mayo (autonómicas y municipales), septiembre (Cataluña) y diciembre (Cortes Generales). La campaña comienza con gran incertidumbre porque un tercio del electorado todavía no tiene decidido su voto.
El CIS da como ganadora en Asturias a la candidatura, PP-Foro. Ahora ya entiendo por qué los socialistas llevan un mes dando la tabarra con Cascos, la Gürtel y la “falta de vergüenza de la derecha”. Si PP-Foro logra los tres escaños que le adjudica el CIS y el PSOE no pasa de dos diputados, el resultado va a ser muy difícil de digerir para el estado mayor de la FSA. Pero falta mucho para llegar a las urnas y los que empiezan la carrera en vanguardia pueden acabar en retaguardia y viceversa. De cumplirse las previsiones, los ochos escaños estarían repartidos entre seis partidos, los mismos que toman asiento en la Junta General del Principado. En España y en Asturias vamos hacia un modelo de representación multipartidario. La sociedad cuarteada por la crisis desborda el sistema binario, PP-PSOE.