Los dos hitos de la campaña estuvieron en el puñetazo y los insultos. El intercambio de improperios entre los dos principales líderes, iniciado con la declaración de Pedro Sánchez, “usted no es decente”, y continuada con la retahíla de epítetos (“ruiz, ruin, miserable, deleznable”), a cargo del presidente, produjo un impacto tan grande que el resto del debate quedó borrado. Si a cualquiera le preguntan qué dijo Sánchez en el cara a cara, dirá que “usted no es decente”, y se inquiere por Rajoy, la respuesta será “ruiz, ruin,….”, etcétera. El tándem Rajoy-Sánchez trae asociado la imagen del enfrentamiento directo, una pareja de políticos irritados, quizás irreconciliable. El debate no existió, sólo el show televisivo de dos gallos y un moderador de piedra, asustado con lo que veía y quizás excitado ante el pico de audiencia que iba a provocar el intercambio de insultos. El público creía que se iba a hablar de paro y en la memoria quedaron los palos.

El segundo incidente tuvo que ver con la desgraciada actuación de un ciudadano anónimo que entró en campaña a puñetazos. Un toque de atención para los responsables policiales porque entre las destrezas y capacidades de un presidente no figura tener que defenderse de salvajes. El puñetazo denigra a todos los españoles. Sonroja ver cómo algunos enfatizan que tenía 17 años. Yo a esa edad, si hubiera cometido una acción así, sería tan responsable como ahora. Pero bueno, el camino ya lo marcó el mismísimo Rajoy, nada de denuncias, pobre chico, lo mejor será ponerlo en mano de formadores sociales, animadores de calle, orientadores profesionales, terapeutas de distintas escuelas, y a ver si entre todos logran el objetivo de recuperarlo para la sociedad. La prueba del nueve tendrá lugar la próxima vez que Rajoy realice una visita oficial a Pontevedra. Si al chaval no le entran ganas de acercarse a la comitiva oficial y romperle la cara al presidente, habrá merecido la pena tanto esfuerzo. Se me olvidaba decir que la culpa de todo la tienen los recortes sociales del Gobierno. Y así cerramos el círculo: Rajoy, víctima de su propia política.
La campaña será recordada por las gruesas descalificaciones de los dos principales candidatos y la actuación de un espontáneo que debería ser un aviso para evitar males mayores. El voto de los españoles, más plural que nunca, dejará para después del domingo la verdadera cuestión: quién formará gobierno.