El Gobierno de Javier Fernández retiró su proyecto de presupuestos para el próximo año para evitar el vapuleo en la Cámara por parte de cuatro partidos de la oposición. PP, Foro, Ciudadanos y Podemos habían presentado enmiendas a la totalidad, así que el rechazo de las cuentas estaba garantizado. El Ejecutivo sólo contaba con el apoyo de IU, al igual que le pasó en la sesión de investidura. La diferencia estriba en que la norma que rige en la sesión de investidura sólo permite votar a favor o abstenerse, mientras que en los presupuestos, como en cualquier otro asunto que se trate en el Parlamento, se puede votar no. Si la normativa asturiana para la investidura presidencial, única en Europa junto a la que rige en el País Vasco, se aplicara en el Congreso de los Diputados, no habría ningún problema para que Rajoy fuera reelegido como presidente, ya que ningún diputado podría rechazarlo.
El Principado trató de forjar una alianza de izquierdas, con IU y Podemos, para asegurarse el plácet de la Cámara, pero sólo convenció al partido de Llamazares que les impuso dos tributos medioambientales (bolsas de plástico y residuos) en el proyecto de cuentas que ahora quedarán en papel mojado, por fortuna. Como ocurre siempre que una negociación fracasa, las partes implicadas se echan mutuamente la culpa. Para el PSOE la culpa es de Podemos, y para el partido de Pablo Iglesias la responsabilidad recae en el Gobierno socialista. En una cosa están de acuerdo los dos grupos: la ruptura estaba planeada por su oponente desde el principio de la negociación. Dolores Carcedo dice que Podemos tenía pensada la enmienda a la totalidad y la dejaron para el final del proceso, mientras que Lorena Gil (Podemos) dice que el Principado apostó desde el principio por la prórroga porque está más cómodo gestionando una prórroga del presupuesto de 2015, pactado con el PP, que gobernando con unas cuentas negociadas con ellos.
La prórroga no es un motivo de alegría, pero tampoco es una catástrofe para Asturias, porque el proyecto desechado se parecía mucho al presupuesto prorrogado. Hace un par de años, el Gobierno socialista tuvo que gestionar una prórroga presupuestaria y las insuficiencias se resolvieron con dos créditos extraordinarios. El mismo procedimiento se puede y debe aplicar ahora. Lo que resulta indudable es que la prórroga tiene un aspecto muy negativo: el impacto político para el Gobierno que ve fracasado su proyecto.