Los resultados electorales han abierto las disensiones en el PSOE entre la cúpula del partido y los barones autonómicos. El Partido Socialista es la única formación política en España que guarda un cierto equilibrio entre la disciplina y el debate interno. Dicho de otra manera, el PSOE aúna la democracia interna con el respeto a la jerarquía. En el PP predomina el mando del presidente sobre el debate en los órganos del partido. Cualquier asomo de crítica se ve como desafección. El famoso cuaderno azul de Aznar ejemplifica muy bien un funcionamiento más propio de un partido que se mueve por el “dedazo” que el propio de un grupo mayoritario en el Parlamento de un país europeo. IU tampoco mantiene un equilibrio entre orden y crítica; los debates en IU terminan en crisis internas sin lograr compaginar el pluralismo con la unidad del grupo. Ciudadanos es, como antes a UPyD, un partido organizado en torno al hiperliderazgo de su presidente, así que por muchas elecciones primarias que haya, mientras no tengan notoriedad otros dirigentes la voluntad del partido estará perfectamente representada por la foto de Albert Rivera. Queda Podemos, un grupo diferente al resto. No es fácil entender los mecanismos de funcionamiento de Podemos. La elección de las candidaturas electorales fue una demostración de ordeno y mando por parte de Pablo Iglesias. La toma de decisiones por la vía de las consultas populares, en las que puede participar cualquier individuo -aunque sea contrario a sus postulados-, es una copia de los métodos anarquistas del primer tercio del siglo XX. El aspecto positivo está en la proyección pública de un equipo de dirección que conocen todos los españoles. Errejón, Bescansa y compañía son mucho más que unos simples figurantes.
Javier Fernández y los presidentes de Andalucía, Comunidad Valenciana, Extremadura y Castilla-La Mancha forzaron un rechazo nítido del Comité Federal del PSOE a pactar con Podemos si mantiene la exigencia de autodeterminación para Cataluña. Era imprescindible acabar con las ambigüedades. Los mismos presidentes quieren que se celebre el congreso del PSOE este invierno. De esta forma se podrá hacer un balance del mandato de Pedro Sánchez, antes de verse inmersos en unas elecciones anticipadas. Este asunto también es fundamental para los intereses del PSOE. Insistir en una versión corregida y aumentada de “zapaterismo” los puede llevar a la ruina.