La comedia de enredo catalana provoca carcajadas con la decisión de la CUP de no investir presidente al candidato de Junts pel Sí, Artur Mas. El grupo anticapitalista e independentista se ha mantenido en la misma posición en que estaba la noche electoral del 27 de septiembre, cuando dijo que el presidente en funciones de la Generalitat no podría encabezar la nueva fase del proceso independentista. La CUP desconfía de Mas por haber llevado a cabo los mayores recortes sociales de los diecisiete gobiernos autonómicos y por el recelo que crean los episodios de corrupción en Convergencia Democrática de Cataluña. Para un partido que quiere salir del euro, nacionalizar los bancos y las grandes empresas, el apoyo a Mas no es una buena opción. No se les puede criticar por falta de coherencia, ya que hacen lo mismo que habían anunciado. Tampoco se puede decir que fue una decisión de última hora, ya que ninguna de las distintas votaciones internas registradas durante estos meses arrojó un resultado favorable a la investidura de Mas.
Los portavoces de la Cup piden a Junts pel Sí que proponga otro candidato para desbloquear la situación, pero esa alternativa choca frontalmente con los intereses de Democracia y Libertad (antigua Convergencia Democrática de Cataluña) o, mejor dicho, con los intereses personales de Mas, y no creo que el actual presidente en funciones sea víctima de una revuelta palaciega. El argumento de los exconvergentes para rechazar la propuesta de la CUP es de libro: no va ser un partido minoritario y extremista el que imponga el candidato al grupo ganador de las elecciones. Imagino que la bulliciosa gente de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) se morderá las uñas para no romper la alianza con Democracia y Libertad, porque seguro que les pide el cuerpo convertir en presidenciable a Junqueras. Al interés personal del citado dirigente y al propio de ERC se suma el cálculo político: unas elecciones anticipadas suponen un riesgo muy elevado para las formaciones independentistas. El descrédito alcanzado es inmenso y eso no se soluciona con dosis extra de TV-3. En el Parlament, los independentistas votaron una resolución que hablaba de iniciar la desconexión con España y ellos no fueron capaces de conectarse con Artur Mas. ¿Qué proyecto de país pueden ofrecer unos grupos que no son capaces de ponerse de acuerdo para investir un presidente? En las urnas de marzo tendrán su castigo.