Este año el Principado tendrá que hacer frente a vencimientos de deuda por valor de 425 millones de euros. A esa cantidad hay que sumar otros 71 millones en concepto de intereses. En total, casi 500 millones por haber presupuestado gastos, durante muchos años, por encima de los ingresos reales. Ya se sabe que los presupuestos nacen equilibrados pero se descompensan al chocar con la realidad: el gasto desborda las previsiones y los ingresos inflados al poner que se van a vender edificios de Principado se reducen a cero. Al ejercicio siguiente vuelven a aparecer los mismos inmuebles generando ficticios ingresos millonarios para hacer frente a las facturas sanitarias, y al fracasar la venta sigue engordando el endeudamiento. De esa manera tan irresponsable como chapucera crece la deuda pública en Asturias y en toda España. En 2017, el vencimiento de deuda será de 387 millones y en 2018 de 399.
El nivel de endeudamiento es un problema de imposible solución hasta que el Gobierno regional no sea consciente de que lo tiene. En el año 2008, cuando se inició la crisis, el Principado sólo debía 770 millones. En siete años se quintuplicó la deuda. El discurso oficial quita importancia a la cifra, porque sólo representa el 17,4% del PIB, mientras que la media del endeudamiento de las comunidades autónomas anda por el 23,2%. Como a los demás les va peor no hay motivo para preocuparse. Mal de muchos consuelo de tontos.
¿Cómo se reduce la deuda? Cribando los gastos. En las próximas semanas el Principado hará efectiva la transferencia de una cantidad que debe a los funcionarios desde 2012. Una paga extra que había quedado sin abonar por los condicionantes de la crisis económica. Cumplir con las promesas está muy bien. Además, los sueldos son sagrados, pero observemos todo el mercado de trabajo. Desde el año 2008, decenas de miles de trabajadores asturianos del sector privado vieron recortados sus sueldos. Otros, simplemente se quedaron sin él al perder el trabajo. Ese dinero no se recupera. Los costaleros de la crisis económica en España están en la cofradía del sector privado. Y cuando la economía tire con fuerza, la locomotora será el sector privado. Esa realidad al Principado no le importa, sólo le preocupa cumplir con su gente. Para pagar las necesidades públicas, las conveniencias públicas y los derroches públicos están las empresas privadas y la sociedad civil. ¡Cómo no va a crecer la deuda pública!