De las posibles alianzas esbozadas desde el día que se celebraron las elecciones generales, la única que lleva camino de concretarse es la entente de Pedro Sánchez con partidos de izquierda y con las minorías nacionalistas. El secretario general del PSOE inició la maniobra de cortejo con las formaciones a las que va a pedir el apoyo o, al menos, la abstención en la sesión de investidura. Ambas cosas necesita Pedro Sánchez: el respaldo de tres grupos y la abstención de otros dos. Los favores realizados a Esquerra Republicana de Cataluña y al partido de Artur Mas, para que tengan grupo parlamentario propio en el Senado, es el principio del pacto que tendrá un anexo reservado o secreto, consistente en hacer determinadas concesiones desde la Moncloa para que el “procés” no choque contra el muro de la legalidad a las primeras de cambio. Hacer la vista gorda. Algo parecido a la actitud que tuvo Rajoy hacia la Generalitat desde el año 2012 hasta las últimas elecciones catalanas, incluyendo el referéndum del 9 de noviembre de 2014 con urnas en los centros oficiales de enseñanza sin que el presidente del Gobierno de España moviera un músculo. Encauzado el diálogo con los independentistas, el líder socialista tantea el apoyo de PNV, Podemos e IU. En el caso del PNV se trata de una simple devolución de favor, porque la hegemonía del nacionalismo vasco en las tres diputaciones y los principales ayuntamientos se debe a los votos dados por los diputados y concejales del PSOE. La tarea más ardua consiste en ganarse el respaldo de Podemos. Pablo Iglesias está por la labor y reúne las condiciones para pedir un precio alto al contar con 69 escaños. Los dos diputados de IU no tienen fuerza política ni moral para forzar una nueva convocatoria electoral. La meta es la Moncloa y Sánchez camina hacia ella.
Requisito previo e ineludible es el fracaso parlamentario de Mariano Rajoy. El presidente en funciones no hizo nada para ser otra vez investido. Carece de empatía con el resto de grupos y sólo puede aspirar a la abstención de Ciudadanos. Gobernó con mayoría absoluta y no está preparado para ejercer el poder sin ella. Cuando le falta una semana para sufrir el rechazo parlamentario, el PP prepara una iniciativa que obligue a PSOE y Podemos a votar sobre el derecho de autodeterminación. Con otras palabras: Rajoy da por perdida la Presidencia y trabaja para lograr que se abra camino la opción de las elecciones anticipadas. Su “plan B”.