Albert Rivera está asombrado ante la inactividad de Mariano Rajoy. La impasibilidad del presidente en funciones contrasta con las maniobras de Pedro Sánchez, cediendo cuatro diputados para que ERC y Democracia y Libertad (antigua Convergencia Democrática de Cataluña) tengan grupo propio en el Senado, y haciendo gestiones en favor del PNV para hacerle un hueco en la Mesa del Congreso de los Diputados (este último asunto no se le arregló). Pedro Sánchez utiliza todo tipo de recursos para llegar a la Moncloa, mientras Rajoy opta por la pasividad que es la vía más rápida para perder la vivienda oficial.
Desde el día de las elecciones, el argumentario del PP se reduce a decir que tiene que gobernar la lista más votada, “como ocurrió siempre”. En efecto, cuando dos partidos concentran el setenta o el ochenta por ciento de los escaños, suele gobernar el que cuenta con más diputados, pero en los Parlamentos divididos en varios grupos, gobierna el que lidera la alianza más amplia. La pauta reivindicada por el PP no rige en la Unión Europea, donde más del 75% de los gobiernos están formados por coaliciones de distinta naturaleza. En España no se ha desarrollado la cultura política de negociar la formación de gobiernos y Rajoy no va a hacer una tesis sobre ello. El PP quizás podría hacer algo para evitar que la victoria electoral se convierta en derrota parlamentaria, pero a Rajoy no le interesa abrir la espita de las concesiones, no vaya a ser que el pacto pase por retirar su candidatura a la Presidencia de Gobierno. Llegó el momento en que lo bueno para el PP no tiene que ser bueno para Rajoy.
Como bien reconocen los dirigentes de Ciudadanos, hay una alternativa de gobierno plausible en torno a Pedro Sánchez, con el apoyo de Podemos y PNV. No entiendo por qué no suman a IU a la entente, lo que significaría alcanzar los 167 escaños, frente al rechazo de los 164 diputados de PP, Ciudadanos, Coalición Canaria y el presunto tránsfuga (Pedro Gómez de la Serna). Incapaz de buscar socios, la única opción de Rajoy pasa por el conflicto interno de Podemos. Los cuatro diputados de Compromís que no se integran en el grupo de Pablo Iglesias son muy capaces de exigir condiciones imposibles de cumplir por Pedro Sánchez para votarlo como presidente. En ese caso, las cosas estarían listas para volver a llamar a los ciudadanos a las urnas, a no ser que el PP y el PSOE llegaran a una fórmula de entendimiento que a día de hoy no se adivina.