Los estados mayores del PP y PSOE preveían que el Rey iba confiar a Pedro Sánchez la responsabilidad de someterse al voto de los diputados para ser investido como presidente. La idea no carecía de lógica, ya que Rajoy se encuentra completamente aislado, hasta el punto de que es probable que no obtenga ningún apoyo fuera del grupo parlamentario del PP. Por su parte, Pedro Sánchez ha sido requerido por varios grupos para iniciar conversaciones. Pese a ello, Felipe VI ha transmitido a los representantes políticos que va a proponer, en primer lugar, al líder del partido más votado. Quiere seguir el orden natural: Rajoy, primero; Sánchez, luego. Por su parte, Rajoy ha afirmado que va a pedir al monarca que lo designe a él. Esto último está fuera de lugar, ya que la elección del Rey está validada políticamente por el presidente del Congreso de los Diputados, sin que el presidente del Gobierno en funciones tenga ningún papel. A los candidatos sólo les corresponde transmitir al Jefe del Estado su nivel de disponibilidad y los apoyos con que cuentan. Como en su día dijo Andreotti, en la política española “manca finezza”.
Dado que Pedro Sánchez es el único líder que puede tejer alianzas (así lo dice él y lo corroboran otros dirigentes, como Pablo Iglesias o Alberto Garzón), adquiere especial importancia las palabras del diputado del PNV, Joseba Agirretxea, al manifestar que el voto favorable del partido vasco estará vinculado a una serie de condiciones, entre las que se encuentra la plasmación de un nuevo estatus para su territorio, con inclusión del derecho a decidir. Hasta ahora, el PNV había guardado un absoluto silencio, pero los jefes del partido consideran que es el momento de mover pieza. Si lo dicho por Agirretxea fuera literalmente cierto, la investidura de Pedro Sánchez quedaría desbaratada. El derecho a decidir -expresión acuñada por los independentistas catalanes- conlleva un referéndum de autodeterminación, algo que excede el margen de maniobra del que dispone el líder socialista. Creo que se trata de un primer posicionamiento para dar a entender que van a poner muy alto el listón del pacto. Hay que conocer la idiosincrasia de los nacionalistas vascos. Para ellos, la política es una prolongación del mus. Como dice Juaristi, trasladan a la negociación política su peculiar forma de jugar al mus que consiste en dar un órdago a la “grande” y a la “chica”, a la vez. Y sin ver las cartas.