El PP arremete contra Pedro Sánchez por buscar aliados para gobernar con el aval de las bases de su partido. La dirección nacional del PP considera que el secretario general del PSOE se suicida y yo pienso que explora la única vía para salvarse. Vamos con los datos.
El líder de los socialistas es el único dirigente con el que quieren hablar todos los partidos, desde el PP y Ciudadanos, pasando por Podemos e IU, para llegar al PNV y el independentismo catalán. Posición opuesta a la de Mariano Rajoy a quien nadie llama por teléfono y cuando lo hace es para gastarle una broma radiofónica. Sánchez tiene la agenda repleta, mientras Rajoy la tiene libre de compromisos, cual político en excedencia. Albert Rivera, el único contacto que le quedaba a Rajoy en el Parlamento, ya dice que quien no puede limpiar su casa no puede limpiar España. Lo lógico es que Pedro Sánchez busque la manera de hacerse con el gobierno, porque tiene potenciales socios para ello y, además, Rajoy descarta hacerlo. Cuarenta días de declaraciones y tanteos han reducido el futuro a dos opciones: gobierno presidido por Pedro Sánchez o elecciones anticipadas. El líder socialista sabe que los barones autonómicos le cortaron el crédito que tenía hasta la noche electoral. Obtener sólo noventa diputados con un discurso oportunista e inconsistente ha hecho que desde Felipe González hasta Susana Díaz los pesos pesados del partido piensen que lo mejor es cambiar de secretario general. Alcanzar la investidura le pondría al abrigo de las pendencias internas. Está resuelto a jugar a fondo la carta de la mayoría parlamentaria.
Si dejamos a un lado las razones personales del líder socialista, debemos convenir que si a la renuncia de Rajoy a aceptar el encargo del Rey se sumara el rechazo de Pedro Sánchez a formar gobierno se abriría una grave crisis institucional. Antes de ir a unos comicios anticipados debería haber un candidato que compareciera en el Congreso de los Diputados para exponer su programa de gobierno. Otra cosa distinta, y muy discutible, es que prefiera una coalición con Podemos, IU y PNV, que una gran coalición con fuerzas constitucionalistas, como Ciudadanos y el PP. Ahora bien, el derecho a intentar alcanzar la Presidencia es algo lógico ante la salida en falso de Rajoy. Puede ser que al final los socios nacionalistas de Podemos frustren su plan, pero al menos habrá jugado el papel que se espera del líder de un partido de gobierno.