Con la presentación del programa de gobierno, por parte de Pedro Sánchez, la negociación de la investidura entra en harina. Seguro que el secretario general del PSOE, y su equipo, pensaron detenidamente en el método de negociación, pero a mí me parece muy arriesgado entregar un documento a partidos distintos y llegar a un texto compartido. La publicidad parece una característica de nuestro tiempo, porque la transparencia es palabra fetiche, pero enseñar a todos lo que se propone resulta una invitación para que el resto de partidos haga lo mismo y la subasta de los programas de gasto cotice al alza. Del mismo modo, las dormidas aspiraciones soberanistas del PNV o las ambiciones de autogobierno de los diputados canarios pueden verse potenciadas con el método propuesto por el PSOE. Los partidos que se mantienen alejados de la negociación, como el PP, o los que coyunturalmente prefieren quedar apartados, como Podemos, tienen una excelente ocasión para torpedear el programa de gobierno a coste cero. Si alcanzar la investidura era una empresa difícil, con la negociación a programa abierto con interlocutores heterogéneos la complicación crece muchos enteros.
En nuestra región, los dirigentes de los partidos repiten el argumentario de los líderes nacionales. Adriana Lastra considera que los vetos impuestos por Pablo Iglesias y Albert Rivera son un ejemplo de vieja política. ¿Y el veto de Pedro Sánchez a negociar con el PP es una moda de última hora o se trata del más rancio tic de la izquierda? ¿Podría señalar Adriana Lastra dónde se sitúa la frontera entre la vieja y nueva política? A decir verdad, la etiqueta de “vieja política” no es una expresión propia de los socialistas, ya que la utilizan con la misma falta de propiedad los dirigentes de Podemos y Ciudadanos, porque identifican su bisoñez con nueva política. Comparar la democracia constitucional española con la España de la Restauración, época en que se utilizó el citado sintagma, es incurrir en hipérbole.
Sofía Castañón (Podemos) mantiene que Pedro Sánchez no debe negociar con Ciudadanos. Resulta llamativo que un partido le diga al candidato a ser investido como presidente con quien puede hablar. En una democracia sólo se puede vetar a los enemigos de la Constitución. Ignacio Prendes dice que para realizar reformas hay que contar con el PP. De acuerdo, pero no puede pedir a Sánchez que fabrique una mayoría para que gobierne Rajoy.