La negociación para la investidura de Pedro Sánchez se vuelve barroca: a las mismas horas que se reúnen PSOE, Podemos, IU y Compromís (Podemos en Valencia se dice Compromís), se ven las caras el PSOE y Ciudadanos. En una mesa, los interlocutores del PSOE quieren subir los impuestos, porque como dijo Errejón hace falta que “los ricos paguen en España lo mismo que en Europa” (si compara los tipos marginales para rentas altas se dará cuenta hasta qué punto está equivocado), y en la otra mesa, Ciudadanos rompe con los socialistas si aumentan la presión fiscal. Los grupos de izquierda salieron optimistas del encuentro y están convencidos de que en ese cuadrilátero de fuerzas se moldea el futuro gobierno. De forma más reservada, Pedro Sánchez se entrevistó con Albert Rivera, levantando la expectativa de un inminente acuerdo entre los dos partidos.
El PSOE sigue dando carrete a todos los partidos parlamentarios, con la excepción del PP, que lo considera irrecuperable. Pronto se verá lo que hay detrás de la ceremonia de la confusión. Decir sí al que propone blanco y sí al que propone negro, sólo sirve para que ambos proponentes se sientan engañados. El PSOE quiere cerrar acuerdos con PNV, Coalición Canaria, Ciudadanos, Podemos, nacionalistas asociados a Podemos, e IU. Mantiene el artificio de no considerar incompatibles a unos con otros.
El único punto que une a ese abigarrado conjunto de fuerzas es el rechazo al PP. Ya sabemos todos que el partido de Rajoy es muy malo, pero con esa única premisa no se construye un gobierno. Los negociadores están eufóricos. Hubo algún portavoz, que tras estar cinco horas hablando en la mesa de los cuatro, dijo que había sido “un pequeño paso para el hombre, pero grande para la Humanidad”. Pronto bajará de la Luna. Cuando queda una semana para el debate de investidura, el partido que más rectificó fue Podemos: primero, la autodeterminación era una la línea roja innegociable; borrada la línea roja, Pablo Iglesias dijo que no se sentaría a hablar con el PSOE mientras negociara con Ciudadanos; anulado el veto a Ciudadanos, pidió que la negociación con Podemos se iniciara con una entrevista entre los dos líderes (Sánchez e Iglesias); y hoy Podemos se sumó, por fin, a la negociación a través de una mesa en la que había otros tres partidos. Los órdagos de Iglesias no impresionan a nadie. Le falta sufrir la humillación de negociar sobre el fondo de un pacto, PSOE-Ciudadanos.