Desde las elecciones sólo se había producido un hecho relevante para la investidura presidencial, el encargo del Rey a Pedro Sánchez para negociar la formación de un gobierno. Ayer, con unas horas por el medio, se produjeron otros dos hechos de interés: el acuerdo programático del PSOE y Ciudadanos para la investidura y la ruptura de negociaciones de Podemos con los socialistas. Dos noticias unidas por la relación causa-efecto: pactas con Rivera, dejo de hablar contigo. Todo indica que Pedro Sánchez va a fracasar en su intento de investirse como presidente, aunque por el plan desplegado cabe intuir que ya contaba con ello cuando empezó a hacer gestiones. Tendremos tiempo de analizar qué hay detrás de la estrategia socialista, pero vamos a concentrarnos en el ridículo realizado por Pablo Iglesias en el primer acto de la lucha por el poder.
El líder de Podemos comenzó la batalla con una propuesta de máximos: para empezar a negociar con él había que reconocer el derecho de autodeterminación para Cataluña. No obtuvo respuesta. Como empezó a perder protagonismo, se sacó un conejo de la chistera para decirle a Felipe VI que apoyaría un gobierno de Sánchez, ejerciendo él de todopoderoso vicepresidente, control del aparato de inteligencia incluido. Al ver que Sánchez coqueteaba con Rivera, dijo que no se sentaría a negociar a la vez que Ciudadanos. Ni caso. Luego, pasó a pedir un encuentro con Sánchez (la obsesión por las fotos), como paso previo a que los equipos negociadores se pusieran a trabajar. No hubo foto. Por fin, el pasado lunes, Errejón y discípulos se sentaron en una mesa con PSOE, IU y Compromís para hablar de un hipotético programa de gobierno. Cuarenta y ocho horas más tarde, el comandante toca retirada, en vista de que el cortejo entre Sánchez y Rivera terminó en boda.
Pasarse la vida leyendo a Maquiavelo y regalarle la colección entera de Juego de Tronos al monarca, para acabar cayendo como un pardillo en las redes socialistas. Creer que las maniobras de claustro universitario y las intrigas de departamento de Ciencia Política son trasladables a la lucha por el poder de la clase política es un error mayúsculo. Estoy convencido que Pablo Iglesias aprendió más política en dos meses de invierno que en toda una vida estudiando a los clásicos de la revolución. Tras triunfar en las acampadas de la Puerta del Sol, se enreda en las alfombras de la Carrera de San Jerónimo. Qué taimada es la casta.