Pedro Sánchez pronunció su discurso de investidura ante unos diputados que ya tienen la decisión tomada. Máxima expectación, en las instituciones y en la sociedad, para una intervención que la aritmética condena anticipadamente al fracaso. De 350 diputados, sólo 130 votarán a favor de convertirlo en presidente de Gobierno, mientras que el resto, salvo algunas contadísimas excepciones, lo hará en contra ¿Cómo se puede entender tamaña contradicción? ¿A qué se debe que la única investidura fallida de todo el periodo democrático concite tanta atención? La respuesta está en el tiempo que llevamos varados, con un gobierno en funciones y un grupo de señoritos diciendo todas las mañanas las mismas fruslerías que venden como solución para los problemas de España. En medio del erial, Pedro Sánchez fue capaz de pactar con otro partido y presentarse con un programa de gobierno en el Congreso de los Diputados. De ahí la expectación, pese a que todos sabemos que se trata de un espejismo, que la convergencia del PP y Podemos devolverá a las instituciones representativas a un callejón sin salida.
El candidato optó por un discurso largo, dirigido a los partidos de la izquierda para provocar su abstención. Utilizó con profusión la idea del cambio (cambio de gobierno), aunque esa es una herramienta habitual en mítines electorales y discursos de investidura. De ahí que la dinámica política en las democracias venga alimentada siempre por las ansias de relevar a los gobiernos del pueblo liso y llano. Justificó su pacto con Ciudadanos recurriendo al argumento de estar en una Cámara donde no es posible gobiernos de izquierda, siendo obligado recurrir a la transversalidad (izquierda y derecha) en los pactos. Habló acertadamente de bloqueo, porque esa es la característica de la situación política en España, el atasco de las instituciones por la malsana costumbre de dejarse guiar por las etiquetas ideológicas. Y menos mal que el Rey no le hizo caso a Rajoy, y primero lo nombró candidato para que tuviera que renunciar explícitamente y, luego, le dio la oportunidad a Sánchez.
El candidato socialista recitó el programa pactado con Rivera, con un plan de emergencia para 750.000 familias que no le mejora ni Errejón. La exposición la acompañó Sánchez de una frase talismán: “y esto lo podemos hacer la próxima semana”. Esa es la clave: señala la salida de emergencia a unos diputados que no encuentran la puerta.