Rafael Hernando ha calificado de estéril el debate entre Mercedes Fernández y Gabino de Lorenzo. El portavoz del PP en la Cámara baja dice que esa discusión no toca y se reafirma en que la presidenta de la organización asturiana debe ser Cherines. Hace años que le sigo la pista a Hernando. Pese a ser portavoz adjunto me sorprendió que Rajoy le nombrara portavoz al dejar el cargo Alfonso Alonso para convertirse en ministro de Sanidad. Mis temores se confirmaron: es el peor portavoz que tuvo el PP en el Congreso de los Diputados. Habla perdonando la vida a sus interlocutores, haciéndose acompañar de unas formas premeditadamente descuidadas que le llevan a acabar las frases con un tono más retador que persuasivo, que no sirve para intimidar ni para convencer. Nació en Guadalajara, es diputado por Almería y pretende sentar cátedra en Madrid. En el casting de una película carpetovetónica se haría sin dificultad con la plaza de torero. Por errores como el de Hernando, Rajoy no tiene ni un diputado amigo fuera de su grupo.

Desde Génova juzgan el antagonismo entre De Lorenzo y Cherines como una cuestión personal. Consideran que la pugna por el liderazgo de la organización debe ventilarse en el próximo congreso del PP regional. Una manera de encogerse de hombros, de pasar palabra, muy típico de la oficina central del PP. Lo mismo hicieron cuando en el verano de 2010 Cascos se mostró dispuesto a aceptar el encargo de liderar a la derecha asturiana. Rajoy dictó la ley del silencio en la sede del partido y sólo al acabar el año sacó de la chistera el nombre de Pérez Espinosa, auxiliado por un comité electoral, presidido por Arias-Cañete, capaz de obedecer las órdenes, por muy descabelladas que fueran.

De todo lo sucedido estos días en el PP asturiano se pueden sacar pocas conclusiones firmes. La principal de ellas es que a la vieja guardia (De Lorenzo, Ovidio Sánchez, etcétera) le ha sentado francamente mal las declaraciones de Cherines sobre el descontrol en la contabilidad del partido. Podía haber contestado a las preguntas de la jueza que instruye el “caso Pokemon” sin extenderse sobre esos extremos. Es más que probable que en Génova participen también de ese criterio porque en todas las organizaciones se estila la defensa a ultranza del partido. Entendiendo por partido lo que haga el aparato. Pero no creo que respalden a De Lorenzo en su intento de mover la silla a Cherines. Y menos para sentar en ella a Caunedo.