El síndico mayor ha advertido en la Cámara autonómica que cuando suban los tipos de interés la deuda del Principado pesará como una losa sobre las cuentas públicas. El aviso de Avelino Viejo -socialista de toda la vida, de modo que no caben torcidas interpretaciones- tiene el valor de estar dicho por una especialista en finanzas públicas que conoce la situación del Principado y del resto de administraciones territoriales. No es la primera vez que alguien ajeno a la lucha partidaria levanta la voz para señalar que vamos por mal camino, pero el Gobierno socialista no se da por aludido y la deuda asturiana tampoco es la principal preocupación de los grupos parlamentarios.

Siempre me llamó la atención el argumento –más bien habría que hablar de disculpa- que utiliza el Ejecutivo de Javier Fernández para quitar importancia al imparable crecimiento de nuestra deuda: otras regiones están peor. En efecto, otros gobiernos lo hacen peor. No todos, pero sí la mayoría. El endeudamiento medio de las comunidades autónomas anda por el 23% del PIB, y en el caso de Asturias ronda el 17%. No creo que la gravedad de nuestra deuda se atenúe porque en otros territorios tengan una carga más pesada. El refrán se expresa por sí solo: mal de muchos, consuelo de tontos. Debemos 3.789 millones de euros, que son una pequeñez comparados con los 68.000 que adeuda Cataluña. El independentista, Oriol Junqueras, al frente de la Hacienda de la Generalitat, va a ver al ministro de Economía a los aeropuertos para darle sablazos (casi 8.000 millones de euros) porque no puede pagar las facturas. ¿Queremos vernos en ese trance? ¿En el supuesto de quedar arruinados, somos tan ingenuos de creer que nos daría crédito algún ministro de Economía?

Nuestra deuda casi se ha quintuplicado desde el inicio de la crisis económica. En el pasado curso, como era año electoral, tiramos la casa por la ventana y nuestros compromisos de pago aumentaron más del 11%. Fuimos la quinta comunidad autónoma en incrementar el saldo deudor. ¿Qué está pasando? Muy sencillo: gastamos más que ingresamos. Un año, sí, y otro, también. La mayor parte del presupuesto regional se dedica a pagar a médicos, enfermeros, profesores y deudores. Así como suena. Es urgente reducir el gasto, pero el Gobierno de Javier Fernández no quiere tocar la Administración. No queremos cerrar los chiringuitos y llegará el día en que las deudas impedirán abrir los hospitales.