El Banco de España ha dado a conocer los datos sobre el endeudamiento regional al finalizar 2015. La deuda asturiana se eleva a 3.876 millones de euros. Un año antes, al terminar 2014, era de 3.479 millones. En doce meses ha crecido en 400 millones. En los tres últimos ejercicios, con el Gobierno socialista, la deuda ha pasado de 2.675 millones a 3.876. El mayor aumento fue en 2015: al ser año electoral hubo gastos extra. Hace aproximadamente un año El COMERCIO informó que la deuda crecía a un ritmo de un millón de euros al día y produjo revuelo en los círculos del poder. Pues bien, este año se ha superado la marca con cerca de 1,1 millones diarios. El Gobierno regional no le da mayor importancia y en vez de culpar del crecimiento al desfase del gasto en tal o cual departamento, otorga a la Intervención del Estado un papel destacado en el nuevo récord de deuda, al incluir el contrato de las obras de la autovía, AS-II, junto a Vipasa y Sedes. Supongo que el servicio de Intervención nos trata igual que a gallegos, andaluces o catalanes, así que no veo la razón para destacar esas anotaciones. Puestos a reflexionar sobre nombres propios, haría bien el Principado en plantearse para qué sirven Sedes y Vipasa, además de para perder dinero.
Empezamos el siglo con 653 millones de deuda y ya estamos a punto de sextuplicar esa cantidad. Sólo en el periodo 2003-2006 experimentó un descenso. Desde entonces hemos vivido una expansión espectacular, con un aumento superior a los 3.100 millones. Sorprende que en los últimos años crezca la deuda de una forma tan destacada cuando se está, oficialmente, realizando un ajuste fiscal. El Gobierno regional está paralizado, sin mover músculo, a la espera de que se aclare la gobernabilidad de España. Pues bien, con ajuste fiscal y dedicado exclusivamente a pagar los salarios de los funcionarios, seguimos fabricando deuda. No es que el Gobierno socialdemócrata haga política keynesiana, es que tenemos un monstruo que nos desangra, que se llama Administración autonómica. O reducimos el tamaño de la Administración o cada día trabajaremos más para nuestros acreedores. Si el Gobierno y el Parlamento no se toman en serio la evolución de la deuda, llegará un día, como les pasa a los catalanes, que dejaremos de pagar a las farmacias y cerraremos plantas enteras de hospitales, porque tras pagar los intereses financieros no tendremos recursos para atender nuestros verdaderos intereses.