La decisión del Gobierno regional de no solicitar créditos extraordinarios durante este año tiene un alcance estratégico porque denota la posición del Ejecutivo de Javier Fernández ante la Junta General del Principado y limita los objetivos que se plantea el Gobierno socialista para nuestra comunidad autónoma.
En el pasado otoño, portavoces gubernamentales y aliados del Ejecutivo (IU, UGT y CCOO) calificaron de fundamental e imprescindible el proyecto de presupuestos para 2016. El hipotético rechazo parlamentario era interpretado como una desgracia para la región: ni siquiera se podrían convocar las oposiciones prometidas en Educación.
Al final, Javier Fernández renunció a defender su proyecto en la Cámara para evitar la imagen de la derrota, optando por retirarlo. Un gesto sin precedentes en la etapa autonómica. De esta manera, el Ejecutivo eligió directamente la prórroga presupuestaria, una alternativa que, anteriormente, consideraba dañina para Asturias.
Con estos precedentes, todo el mundo daba por hecho que el Gobierno solicitaría autorización al Parlamento para pedir créditos extraordinarios que paliasen la merma de recursos derivados de la prórroga. Sorprendentemente, el Ejecutivo renuncia a gestionar más recursos conformándose con los que tiene a mano. Repetidamente la consejera de Hacienda, Dolores Carcedo, criticó los sucesivos techos de déficit público, impuestos por el Ministerio de Hacienda, que le impedían aumentar la inversión y el gasto, y ahora es el propio Principado quien se autolimita cuando puede obtener una mayor financiación.
¿Era imprescindible aprobar el proyecto de presupuestos de 2016? ¿Están cubiertas las necesidades de inversión y gasto con la prórroga de las cuentas?
Ni era una cuestión de vida o muerte la aprobación de las cuentas ni están cubiertas enteramente las necesidades de inversión y gasto con la prórroga.
EN MINORÍA
En esta cuestión, las consideraciones económicas o presupuestarias quedan en segundo lugar y lo que prima son las consideraciones meramente políticas. El presupuesto no era imprescindible para el bien de Asturias, pero si era necesario para que el Gobierno fuera validado por el Parlamento, tras una sesión de investidura en la que obtuvo sólo 19 votos de un total de 45 escaños. En Asturias se puede alcanzar la investidura en rigurosa minoría parlamentaria, pero en ninguna democracia se puede gobernar en permanente minoría parlamentaria. En consecuencia, el presupuesto tenía carácter de test para la viabilidad del Gobierno socialista.
Tras estar cerca de dos meses negociando las cuentas con la oposición, los socialistas comprobaron que no habían avanzado nada desde la sesión de investidura y sólo tienen el respaldo de IU. Para disfrazar esta realidad, retiraron el proyecto de presupuestos y se aprestan a gobernar con las limitaciones propias de una prórroga presupuestaria, con el único añadido extra de los recursos derivados de la liquidación de la ejecución del presupuesto de 2014.
Recurrir a los créditos extraordinarios, como hacen siempre los gobiernos que gestionan cuentas prorrogadas, les expondría a sufrir otra derrota en la Cámara y entonces se visualizaría la anomalía en que están instaladas las instituciones autonómicas asturianas con un gobierno que no cuenta con suficiente apoyo parlamentario para gobernar.
El Gobierno socialista está decidido a evitar los vetos parlamentarios sobre asuntos importantes –presupuestos, créditos extraordinarios-, limitando la crítica a cuestiones puntuales o a las encorsetadas preguntas de la oposición al presidente, que sólo sirven para que en el último turno de intervenciones reciba la oposición una reprimenda dado que el presidente tiene derecho a hablar sin posible réplica.
CONCLUSIÓN
Conclusión: el Gobierno socialista está dispuesto a resistir. Javier Fernández ha manifestado que en ningún caso convocará elecciones anticipadas. Desde una posición netamente defensiva gobernará Asturias lo que queda de año, con un Parlamento hostil y con unos recursos económicos excesivamente ajustados.
Para valorar la idoneidad de atender las necesidades de la región con las cuentas del pasado año y el añadido de la liquidación de 2014 es preciso fijarse en el frustrado proyecto de cuentas para 2016. Allí se reservaba un incremento de 150 millones de euros para la sanidad que equivale a lo que se va a recibir de la liquidación de 2014. A partir de ahí no habrá ni un euro más que el pasado año.
Al renunciar a los créditos extraordinarios el Gobierno se autoimpone una gran disciplina económica que redundará en una nueva caída de las inversiones productivas para tratar de hacer frente al gasto corriente. Es probable que crezcan las colas de espera de la sanidad pública o que la concesión de subvenciones sufra retrasos atribuibles a las calamitosas herramientas informáticas que utiliza el Principado.
En una región que necesita salir de tantos años de atonía, la perspectiva de gestionar la prórroga en minoría parlamentaria es una pésima noticia. Puede ser un mal menor para el PSOE, a la espera de que Pedro Sánchez allane el camino del entendimiento con Podemos, pero para Asturias es un mal mayor.