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Juan Neira

LARGO DE CAFE

REPARTO DE CULPAS

Liquidada la posibilidad de formar gobierno, los gestos de cada partido van dirigidos a preparar el camino de la campaña electoral. Pablo Iglesias pide a Pedro Sánchez que rompa la jaula en la que se encuentra encerrado. Alude a las presiones de los barones socialistas que derivaron en el pacto con Ciudadanos. Lo cierto es que el acuerdo con Podemos significaría para Pedro Sánchez quedar atado al polo radical, con un programa de gobierno que incluía el derecho de autodeterminación para Cataluña, País Vasco y Galicia. Un propuesta de ese tenor llevaría al PSOE a la ruina, desautorizado por la Comisión Europea (exigían 65.000 millones más de gasto público) y abandonado por el electorado de centroizquierda al romper el consenso constitucional sobre la España de las Autonomías.

La voladura de las negociaciones para formar gobierno, con la consiguiente convocatoria electoral, fue cosa de Pablo Iglesias. El líder de Podemos se cansó de negociar al acabar la primera reunión con PSOE y Ciudadanos, y convocó una consulta para los afiliados del partido en la que deben decir si prefieren apoyar a un gobierno integrado por las formaciones de Sánchez y Albert Rivera o un gobierno en la que estén Podemos y otros tres partidos. Una consulta tan sesgada como aquel referéndum, con doble interrogante, que se inventó Artur Mas, en noviembre de 2014, para que los catalanes abrazaran el independentismo. La forma de realizar la consulta a las bases es el último error de Pablo Iglesias en el periodo postelectoral. Difícilmente una campaña de desprestigio contra Podemos pudiera superar el daño infligido por las decisiones del líder del partido. Como la cúpula de Podemos está todavía en la fase de narcisismo primario (incapaces de tener relación con el medio ambiente) no se encuentran en condiciones de saber cómo los valora la sociedad. Ya se lo harán ver.

Pedro Sánchez advierte de que Pablo Iglesias no es de fiar. El líder socialista debe ser de esas personas que sólo escarmienta en cabeza propia. Los socialistas no quieren saber ya nada más de negociaciones a derecha o izquierda, y se preparan para la llamada a las urnas. Rajoy, siguiendo con su táctica de no hacer esfuerzos que puedan resultar baldíos, tampoco llamará a Sánchez. Sólo Albert Rivera está dispuesto a hacer un último esfuerzo con Rajoy para lograr un pacto con otro candidato del PP como presidente. Más que un intento hay que hablar de un imposible.

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por JUAN NEIRA

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