Vuelve la basura amarilla a la escena pública española. El pasado otoño tuvimos otro temporal de la misma naturaleza que dejó la marca España en un estado impresentable y a la clase política con los zapatos sucios. El problema de la basura amarilla ataca especialmente al calzado porque se pega en la suela y deja un olor muy molesto que acompaña al que hizo trampas allá donde vaya. Estoy convencido de que los funcionarios de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) detuvieron a José Torres porque el perro de la patrulla olisqueó sus zapatos. Tras el interrogatorio el alcalde de Granada del PP quedó en libertad acusado de cohecho, prevaricación, estafa, falsedad en documento mercantil, malversación de caudales públicos, tráfico de influencias, fraude en contratación, administración desleal y asociación ilícita. Torres, de naturaleza expansiva, declaró que “seguiré trabajando por Granada”. Así habla un alcalde vocacional, convencido de que Granada lo necesita, aunque con esos zapatos no le van a dejar pisar la Alhambra. Peor le fue a Mario Conde. Para una vez que le da por repatriar capitales llega el juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, y lo manda a vivir a una celda de Soto del Real. En esas residencias no se come mal, pero son excesivamente austeras. Está acusado de blanquear dinero y de delito fiscal. Vistas las complicaciones que le trajo amontonar una fortuna en Suiza (diez años de cárcel), hubiese sido más prudente trasladar allí la residencia, en vez de traer para aquí el dinero.

José Soria, ministro de Industria en funciones, está en la fase dulce de su mandato haciéndose un hueco en los medios como nunca lo había logrado, ni siquiera en aquella época que nos anunció una bajada del recibo de la luz y sucedió lo contrario. Soria aparece en los papeles de Panamá, como Putin o “los Albertos”, pero él dice que es un error. También aparece su hermano, Luis Alberto (ese nombre causa furor en Panamá), y Soria vuelve a hablar de equivocación. El ministro niega haber jugado ningún papel en la empresa, UK Lines Limited, y resulta que tenía una firma, en 1990, como secretario de la sociedad. Soria utiliza la misma táctica que Rajoy para zafarse de las acusaciones de corrupción. Negarlo todo. Si Rajoy se hizo invisible en los papeles de Bárcenas ¿cómo no va a poder borrarse él de los papeles de Panamá? Hay que ser fuerte, como Montoro, multando a Aznar con la plantilla de Monedero.