La probable alianza electoral entre Podemos e IU, formando una sola candidatura, es recibida con recelos en las organizaciones asturianas de ambos grupos. Gaspar Llamazares se ha mostrado contrario a la misma al considerar que puede significar la liquidación de IU. Su experiencia con Podemos, en la Junta General del Principado, no es muy positiva, precisamente, y juzga de “error” y “mal negocio” la entente con el partido de Pablo Iglesias. El coordinador general de IU no participa de la visión del portavoz parlamentario. Manuel González Orviz siempre fue partidario de la candidatura conjunta, pero quiere fijar condiciones: deben estar visibles las siglas de IU en la papeleta electoral y tener plena autonomía para nombrar los candidatos. Por su parte, los dirigentes asturianos de Podemos tampoco están muy felices con el proyecto, al ser muy difícil compartir una candidatura con un grupo que tiene posiciones políticas diferentes en casi todos los asuntos.
En Asturias, la candidatura conjunta es un contrasentido. Son dos grupos que discrepan en todo o en casi todo. Por encima de desencuentros concretos sobre asuntos de la agenda política les separan distintas estrategias. Desde el primer día del mandato IU va de la mano del PSOE. Llamazares propugna la unidad de la izquierda; consecuentemente con esa idea, ha llegado a un pacto de investidura con los socialistas y, posteriormente, a un acuerdo sobre los presupuestos de 2016 con el Gobierno de Javier Fernández. Un acuerdo -todo hay que decirlo-, muy barato, porque apenas introdujo novedades sobre el proyecto de cuentas de los socialistas. Podemos está en la tesitura opuesta. Lleva nueve meses marcando distancias con el PSOE. Ha echado mano de todos los argumentos posibles para desbaratar la táctica del abrazo del oso que ensayaron con poca fortuna los socialistas. Cuando el Gobierno intentaba cualquier movimiento de aproximación los portavoces de Podemos sacaban a relucir el debate de la corrupción, que actúa como una alambrada separando a los dos grupos. En estas circunstancias, una lista compartida sería un monumento a la incongruencia.
Ahora veremos si la izquierda asturiana tiene autonomía para mantener sus posiciones o si se amolda artificialmente a los dictados de Madrid. La izquierda valenciana es capaz de exportar alternativas de gobierno, mientras en Asturias resta por saber si podrá mantener su identidad.