Última ronda de consultas del Rey con los líderes de los partidos parlamentarios. Como en anteriores ocasiones empezó por los grupos minoritarios (Nueva Canarias, Foro Asturias, Coalición Canaria, Unión del Pueblo Navarro, Izquierda Unida, En Marea, Partido Nacionalista Vasco y Democracia y Libertad). Los ochos portavoces participan de una visión pesimista sobre el proceso postelectoral y están resignados a competir en las urnas el mes de junio. Según Martínez Oblanca, diputado de Foro, los españoles hemos sido víctimas de las maniobras de Pedro Sánchez, auxiliado por Albert Rivera, que tuvieron como objetivo no permitir que gobernara el partido más votado. No creo que Rajoy le cambiara una sílaba a las declaraciones de Oblanca. El diputado asturiano recita a la perfección el argumentario del PP. Oblanca sabe que la Constitución española, como la de cualquier otro país democrático, no recoge en su articulado que el gobierno corresponda al partido más votado, porque si así fuera sobrarían las sesiones de investidura. Para ser presidente hay que contar con el apoyo de la mayoría de la Cámara y Rajoy ni siquiera lo ha intentado. Es imposible ser presidente por incomparecencia.
Felipe VI (el ciudadano Felipe de Borbón como lo llama Garzón) llamó a los líderes para cerciorarse de que no hay ninguna posibilidad, por remota que sea, de encontrar un candidato respaldado por la Cámara. Nadie podrá decir que el Jefe del Estado no sondeó suficientemente a los grupos políticos. En el caso de que hubiera negociaciones secretas de última hora tocaba ya que salieran a superficie porque el plazo se agota. Nadie espera sorpresas. Estamos ante un fracaso colectivo que erosiona como ningún otro hecho la credibilidad de nuestra clase política. Nunca quedó tan evidenciado que estamos en manos de un selecto grupo de incompetentes que no saben hacer su trabajo.
El portavoz de Democracia y Libertad, que milita en el independentismo activo y sueña con que su país sea dentro de año y medio tan relevante como Lituania, manifestó que el fracaso del Parlamento español se debe a Cataluña. A falta de éxitos propios se pone una medalla por los desastres ajenos. Sin el conflicto catalán tampoco hubiera habido acuerdo, aunque la principal razón para lamentar el vacío de poder es el problema catalán. Hay cosas que no se pueden dejar en manos de un gobierno en funciones. Ahí se ve qué pedazo de estadistas tenemos.