La organización asturiana de IU va a intentar negociar en Madrid la candidatura electoral. Allí les espera Adolfo Barrena que es el responsable de organización. En los partidos el responsable de organización es el número dos de la tribu. El camarada Barrena tiene en la cabeza las candidaturas de las cincuenta provincias, de las que habrá recibido un buen número de quejas, entre ellas las enviadas desde este lado del Pajares. Para darse ánimo la delegación asturiana se autodenomina, “comisión negociadora”, pero no está nada claro qué es lo que podrá negociar a estas alturas, con un acuerdo cerrado y publicitado. Los mismos dirigentes asturianos que apoyaban una negociación global, centralizada en la capital de España, viajan ahora hasta allí para renegociar en clave autonómica, dado el agravio perpetrado relegando al primer candidato de IU al número tres de la lista. La entente Podemos-IU es un acuerdo de elites y ningún militante asturiano estuvo invitado al pacto del botellín.
Alejando Suárez, coordinador de IU de Oviedo y miembro de la delegación asturiana, considera que es imprescindible renegociar la lista porque “no obedece a la fuerza real de IU ni a la capacidad para sacar sola un escaño”. La fuerza real es una variable de difícil cuantificación, pero la fuerza electoral se conoce al detalle. En las pasadas elecciones generales, Podemos obtuvo 2,6 votos por cada uno de IU. Por esa vía no es posible enmendar la candidatura, porque los números confirman el orden acordado. La probabilidad de IU de obtener un escaño con candidatura propia es francamente remota, viendo lo lejos que quedó del objetivo hace cinco meses. A todo ello hay que añadir que la dirección federal de IU tiene un argumento inapelable para defender el pacto: si Garzón aceptó ir de quinto en la lista de Madrid cómo se quejan los asturianos porque Orviz vaya el tercero. Si se altera el orden en la candidatura de Asturias habrá que modificar la lista de otra provincia para compensar a Podemos, y a partir de ahí se acaban moviendo todas las piezas del puzle.
No caben las enmiendas parciales, sino la enmienda a la totalidad de una negociación opaca llevada a cabo entre cuatro o cinco personas sin pasar información al resto. Algo propio de una cultura de elites con desprecio a las bases. En la nueva política, el estatus del afiliado se reduce a obedecer órdenes de arriba y participar en referéndum de preguntas simples para asentir.